28.2.16

[Cuento] Pasos perdidos.


En la calle Ayacucho, poco antes del 555, apenas unas cuadras después de Corrientes, hay un tipo parado frente a la vitrina. Le duele tanto el estómago que tiene que plegarse de vez en cuando. Por eso, cuando se da cuenta que lo que mira es el consultorio de un acupunturista chino, se dice que tal vez ahí esté la solución. 

Entra. Lo atiende una mujer argentina, unos cincuenta y cinco años, lentes setenteros, mallones y revista de vanidad en la mano (¿Hola, Vanidades, Glamour?). Lo mira por encima de los lentes, con la cabeza agachada sobre la revista y frunce la nariz. Él retrocede hacia la vitrina y constata que efectivamente está en un consultorio chino. Mira alrededor y le tranquiliza el gato dorado que nunca deja de mover la mano y el pequeño arreglo de bambúes. Se arma de valor y pregunta. 


Ella lo mira de nuevo y como preguntándose "¿qué mierda hace este cuasi pordiosero en MI local?" levanta la cara -sin hacer el mínimo esfuerzo de levantarse de la silla-. Le avienta la tarifa como quien tira un hueso al perro callejero: "Doscientos". Él retrocede, palpa si aún tiene la billetera o si la perdió solo por preguntar. Da la media vuelta y sale. ¡Doscientos! 

Afuera, mientras la mujer vuelve a su revista, él saca su pequeño celular armado en Ushuaia y enfoca el dibujo de las manos y de los pies con decenas de puntitos y símbolos. Hace dos fotos y dándose cuenta que ella está a punto de levantarse a reclamarle, cruza la calle y camina hacia Tucumán. Logra perderse.  Esa noche, con teléfono en mano intenta descifrar y comienza a oprimir entre los dedos del pie, la palma y en los pulgares. El ejercicio le dura una buena media hora. 

El día siguiente el estómago está perfecto, pero el pie derecho está inservible y la fiebre le provoca alucinaciones. Vuelve a Ayacucho, pero el local ha cambiado: en lugar del acupunturista se lee un anuncio de SPA. Igual decide entrar. Lo atiende un chino, de unos sesenta que lo mira por encima de unas gafas de fondo de botella y marco negro, con un una revista china en mano...

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