15.1.19

[Crónica de viaje] Baja2019 / Una semana

Escribir posts en un celular debe ser la excepción, no la regla, pero por hoy no hay más: tomé la decisión de viajar sin computadora y la asumo... pero no puedo callar. Este viaje por la #Baja2019 es único. 

Sí, todo comenzó saliendo de casa y dando vuelta en la esquina, luego enrumbando hacia la carretera y así, como lo contó Juan alguna vez, pero este viaje, que tuvo sus inicios con una parada en Toluca (saludar familia y presentar libro) y otra en Guadalajara  (saludar amigos casi familia y trabajar), realmente inició cuando la Mía- Mona, me dejó en Mazatlán. 

Desde ahí vino la angustiosa espera de un espacio en el ferry, saturado por las vacaciones, y en espera del inicio de la aventura. Desde entonces, mucho ha pasado: dormí en la cubierta del ferry, cagándome de frío y con la fuerza del viento, conocí a Roberto, un amigo con -enormes-  capacidades diferentes, se me descompuso la moto en la carretera, conocí la solidaridad en un nivel muy alto, y estoy de nuevo disfrutando de acampar, de sentir frío, miedo, emociones y de la fotografía.


Es un viaje redondo, porque también estoy escribiendo, pensando, generando ideas, conociendo personas interesantes y dejando esas cosas que se deben dejar en el camino: la maldita comodidad, la conveniencia, los miedos, los apegos y todas esas cosas que cargamos, pesan y nos hacen seres superfluos, fatuos y limitados.

Dormir en una tienda miniatura, semidoblado, en un sleeping de momia, lavar tus calcetas todos los días, usar la misma ropa, hacer que todo quepa en dos pequeñas maletas -incluido el desayuno, las herramientas, la ropa, la carpa, la estufa de gas, la cámara y el diario- y aprender a montar y desmontar en poco tiempo... ésas no son cosas que hagas todos los días. No, ni se hacen a diario, ni son parte de nuestra humana monotonía. Por suerte. 

Viajar con el espíritu de soltar y de descubrir te vuelven más humano. Estoy plenamente convencido. Así es como he conocido a Don Ángel, que tiene su cafetería en San Javier, un pueblo perdido en la sierra La Giganta. De esa forma fui hospedado en La Paz, por un amigo que me compartió su casa con su habitación separada por una cortina.

Gracias a no contar con "asistencia en el camino" conocí a Terry, choppero que salió de Zamora hace un mes y medio para ir a recorrer California, a Esteban, líder de un motoclub en Constitución, BCS, y a Rubén, que desinteresadamente ofreció su camioneta para subir ahí a La AleBrija y llevarla de vuelta a La Paz para que le cambiaran la bomba de gasolina, que decidió entregar el alma en la Baja.

Así han sido decenas de personas contactadas, pequeñas conversaciones, ideas que fluyen, preguntas, fotos que se hacen... y reflexiones. Miles de reflexiones que nunca verán la luz porque se hacen en el camino, porque se olvidan cuando se cruza un conejo o una piedra, porque simplemente ceden su lugar a una idea nueva. La mente, ese prodigio de la naturaleza que jamás sabremos usar al máximo.
La ruta ha sido larga y tal vez un día la cuente con detalle, pero por ahora solo puedo decir que la Baja California (Sur, hasta este momento) es impresionante: se merece el reconocimiento de Patrimonio UNESCO, pues aunque no crea mucho en las etiquetas, tiene espacios increíbles. Es cierto que también está agringada y comercial, pero eso no le quita el reconocimiento a su naturaleza... y no muestra otra cosa sino el abandono de siempre, del centralismo mexicano y latino. 

Ayer hice tal vez la que hasta hoy ha sido la mejor de mis rutas: unos doscientos cincuenta kilómetros con 150 de tierra y 100 de pavimento. Es una lástima que mis llantas sean más de carretera porque me ha tocado sufrir más de lo pensado -varios resbalones y una levísima caída de la moto casi parada- pero aún así, repetiría. 
Fue entre Loreto y Mulegé, cruzando por la sierra: San Javier, Comondú, San Isidro, Hierbabuena, salida a carretera costera y Mulegé. Pasé por dos estancias jesuitas, un sitio de pinturas rupestres, múltiples tipos de carretera (tierra suelta, piedra bola, lodo seco, subidas agrestes, bajadas profundas) y vi una cantidad de paisajes formidables. La parte final, conduciendo de noche por la costa y observando la geografía de costa e islas, sin igual. ¡Hermosa Baja California! Hace tiempo que no me sentía tan emocionado.
Por hoy pongo fotos de mi celular a falta de subir las últimas y acompaño también con el link a las que he estado subiendo. 

Saludos desde mi tienda de campaña y mi tráiler park en Mulegé!

Link a fotos:

https://photos.app.goo.gl/4d9wcWUv6MR69G9L8

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