1.7.19

[Ensayo político] Un año.



Para los preocupados por la política.
Para los que están de acuerdo y para los que no lo están.


Hace un año, el primero de Julio fue domingo. Fue un día de elecciones que en lo personal disfruté (acá el post del día de la elección). Me gustaría, a 365 días de distancia, hacer una breve reflexión sobre lo que ha pasado y lo que pienso al respecto. Insistiré que es lo que pienso y que no tengo ningún interés en cambiar la forma de pensar de nadie. Lo he dividido en seis apartados, esperando ser lo más concreto posible. 


1. Cambio de gobierno. El PRI Gobernó de forma constante desde 1929 (aunque con otro nombre y con modificaciones en el tiempo); en 2000 tuvimos un cambio hacia el PAN que duró hasta 2012, pero realmente no fue un movimiento estructural fuerte, pues las políticas se mantuvieron más o menos en el mismo sentido. Finalmente llegó en 2018 López Obrador que si bien, efectiva e innegablemente, proviene del mismo PRI y se acompaña de grupos cercanos a él, también logró conjuntar a grupos que no lo son y cuya mirada podría ser considerada más de izquierda. Estamos para mí, ante un cambio de regimen (con todo y que éste es más bien ligero que radical). Aunque tal vez solo sea un cambio de mirada hacia el interior y no hacia el exterior; hacia el nacionalismo y no hacia la globalización; hacia los pobres y no hacia la industrialización. 

2. Izquierda. Nunca he dicho que la de AMLO sea una izquierda progresista. O, en honor y respeto a muchos, "no toda". El fenómeno López Obrador (nos) reunió a mucha gente de diferentes filiaciones y tonos de izquierda: desde la más "comunista", hasta la más progresista. Deberíamos evitar perderlo de vista y dejar de llamarla a toda como una sola. Hay facciones –como siempre las hubo en cualquier grupo político y en su interior– que significan un balance de fuerzas y lucha por el poder. Estoy convencido de que vendrán escisiones en el tiempo y eso le dará otra vista, renovada, al movimiento político. Ya he comentado que los extremos se separarán, del mismo modo que la extrema derecha tomará también una fuerza (minoritaria en el caso de ambos). Los sectores progresistas y conservadores seguirán, pero mantendremos buena parte de nuestra izquierda anacrónica. Un paso central para cambiarla, es reconocerla.

3. Democracia. En la democracia hay también muchas formas. Hemos creído que la democracia es el dominio de la mayoría, pero ya históricamente nos han mostrado que la democracia que funciona es la que respeta a la minoría y no avasalla. Por supuesto, las decisiones grandes, las toma la mayoría, que por eso se elige a ese grupo, pero lo importante es saber respetar a las voces discordantes. En México, nuestro país adolescente, son muchas y de gran variedad de tipos: industriales, empresarios, campesinos, indígenas, feministas, homosexuales, globalifóbicos (y -fílicos)... Tenemos que aprender a negociar con todos, y sobre todo a escucharlos. 

4. Tres poderes. Nuestra democracia fue diseñada con tres poderes: uno legislativo, otro ejecutivo y uno judicial. Para nuestra mala suerte, el peso del presidencialismo es y ha sido muy fuerte porque hay algo en nuestra construcción histórica que nos lleva al caudillismo. El trabajo pendiente es hacer que los otros dos funcionen: legisladores que respondan a las necesidades y acuerdos de la mayoría ciudadana y los plasmen en leyes (que no son otra cosa que nuestro acuerdo social) y jueces que funcionen en una orientación hacia la justicia, el honor y el respeto. Sin miedo a equivocarme, en este país el sistema de justicia es uno de los peores del mundo: la corrupción es rampante y la mezcla política demasiada. Si no lo cambiamos, no servirá de nada hacer un juicio a Lozoya; también será peligroso que juzguemos a un expresidente por motivos políticos y no penales. 

5. Cambio climático. Podremos rasgarnos las vestiduras y dar gritos y sombrerazos sobre nuestro sistema político, pero hay una discusión de fondo que tiene que ver con el "desarrollo", la "industrialización" y el cambio climático. El mundo está en una crisis global de proporciones que aún no logramos interiorizar. Pareciera que los humanos esperamos que se muera la mitad de la población para tomar medidas frente al calentamiento global: tenemos que cuestionarnos hoy el modelo de desarrollo que queremos. ¿Qué tecnologías? ¿Hasta dónde? Y no, no es un asunto de sembrar árboles para seguir manejando un auto de 8 cilindros, o de quitar el sargazo de las playas para podernos acostar en la blancura caribeña y atrapar cáncer de piel: se trata de encontrar las cosas que son útiles para la humanidad, las que son superfluas y las que realmente nos están haciendo daño. Tenemos que cambiar... o no: podemos esperar a ver cómo la naturaleza nos hace cambiar a punta de muertos.

6. Historia. Si no vemos las cosas en un contexto histórico, lo más probable es que estemos errados en nuestra percepción. Desde mi opinión, no se trata de saber si López Obrador es un error político o no: para mí, lo que tenemos que analizar es cómo las cosas suceden. AMLO es el resultado de una ecuación: contexto histórico + desigualdad. Para aquellos que aún no lo han visto, analicen el país en el tiempo, revisen las estadísticas de desigualdad social, de marginación, de violencia, de intolerancia política y simplemente súmenlas. Verán que el resultado es el gobierno que tenemos. Esto iba a suceder antes o después. Parafraseando al economista: "Es la historia, tonto."  Si México fuese otro, tendríamos otros presidentes y políticos (y ciudadanos), pero esto es lo que teníamos. En lo personal creo que era quien tenía que llegar, pero jamás asumí que fuera a solucionar todos nuestros problemas o a traer la justicia al país. Fue quien hizo más esfuerzo por años, recogió los sentimientos nacionales y los convirtió en una propuesta. Para mí está bien por ahora y espero más cambios, pero no, no es el sujeto perfecto (y seamos sinceros: ¿alguna vez hubo uno?). 

En fin, para mí, no hay mucho más que agregar. La democracia mexicana, por incompleta e inacabada que sea, nos trajo hace un año este cambio de regimen: hubo respeto de la voluntad popular y hay que vivir con ello. Los que estamos contentos, apoyaremos; los que no, criticarán y prepararán una propuesta. De eso se trata un sistema electoral (más o menos) funcional: unos están a favor y otros no, pero apoquinamos TODOS en el concierto social. 

Tenemos que aprender ahora a discutirlo, a enfrentarlo, a aceptarlo y a cambiarlo. 

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