15.9.19

[Ensayo] Desarrollo local, a algunos años de reflexiones y experiencias personales


El jueves 12 de septiembre me invitaron a participar en una mesa dentro del evento "encuentros interuniversitarios", en torno al Desarrollo Local.  En él, pude hacer una reflexión –sobre todo personal– respecto a lo que, en estos años de experiencia, entiendo de estos términos. No solo agrego aquí algunas diapositivas que usé, sino que desarrollo mis pensamientos. Se aceptan devoluciones.



Comencé diciendo que es imposible hablar de desarrollo local sin separar primero los términos "desarrollo" y "local". El primero tiene ineludiblemente un origen en el expansionismo capitalista que debe pasar por la geopolítica (¿a quién desarrollamos, cómo y por qué?) y su modificación de  discurso: de la lógica economicista a la de la sustentabilidad. 

Del segundo –dije– también es necesario comprender que lo local siempre implica un debate con lo global y con otros conceptos que siempre están en contraposición: modernidad vs tradición; ruralidad vs urbanismo; autosuficiencia vs dependencia. En este sentido, agregué, hay autores que sin duda nos ayudarían a entender todo este set de discusiones: Rist, Wallerstein, Bauman, Appadurai, Mc Carthy, Latour, Harvey, Falleto y Cardoso... y más en la escala de lo latinoamericano, Schjetman y Berdegué. 

Comenté después que hablar del "desarrollo local" también implica preguntarnos qué pasa en la teoría y cómo se vive en la práctica, además de evidenciar desde dónde se habla de él: no es lo mismo hablar de desarrollo local en una comunidad de Argentina, que en la sierra de Oaxaca o en la Ciudad de México. 

Dije que en el "mundo urbano", hablamos de lo participativo, de lo comunitario, de la innovación social y de todo el fenómeno que me atreví a llamar "álter", para indicar a los movimientos de reflexión desde lo esotérico, las corrientes del yo, psíquicas y los movimientos ambientalistas, orgánicos, etc.;  en el "mundo rural", en cambio, se habla más de la ancestralidad, de las tradiciones, de la autosuficiencia, de la lucha vs la pobreza y por supuesto de la filosofía de los pueblos originarios. Tenemos pues un crisol de desarrollos locales que responden a cada grupo.  Mi insistencia es que la respuesta más pertinente es ir a los casos concretos de estudio y no a la retórica generalizada que no responde –al menos así lo veo yo– a cómo cada humano entiende este término. 

Enseguida hablé de casos que en lo personal me parecen muy interesantes de esfuerzos de "desarrollo local" desde la óptica del agente-actor que los vive y los desarrolla. Tomé el ejemplo de tres países en los que he vivido y sobre todo de temas que he visto, por aquello del "que no le digan, que no le cuenten". 

En Perú hablé primero del proyecto de Vania Macías, amiga de una compañera de maestría que hace un enorme esfuerzo de integración de los bailarines callejeros en un grupo de danza que les permite mejorar su calidad de vida. Acá su historia, por si quieres profundizarla. Luego me referí al esfuerzo de varios chefs al inicio de los años 2000 que intentaron hacer de la cocina un instrumento de cambio social. Sobre eso he escrito un artículo con Lieve Coppin, pero hay también un documental super chévere. No lo tengo a mano, pero sí una playlist de Guarango films, quienes lo realizaron. Finalmente, hice referencia a un Encuentro que hicimos con la Cooperación Técnica Alemana hace varios años, en los que el estimado profe Luis Germani reivindicaba para sí el derecho de unirse a un grupo originario y defender con ellos, la amazonía.

En Argentina les conté que en Buenos Aires el barrio siempre ha tenido un rol central y que es muy importante que existan misceláneas, verdulerías, charcuterías, parrillas... e incluso asociaciones de futbol que han sido las que le dieron origen a los equipos que se disputan la copa nacional. Según leí, hay algo así como 26 asociaciones de este tipo en el gran Buenos Aires: los habitantes pagan sus palcos, hacen sus jugadores, construyen los estadios y gestionan a los equipos en las ligas... o al menos lo hacían hasta hace algunos años, cuando su éxito se volvió también su destrucción y los grandes corporativos empezaron a meter mano. Desarrollo local, sin duda.  Les conté también que en la UBA, por ejemplo, los graduados regresan a dar clases ad-honorem a su alma mater, para regresar algo de lo que aprendieron del sistema público.

Para el caso de México me referí por un lado a los Pueblos Mancomunados de la Sierra Norte, que han hecho varios proyectos de desarrollo local: producción de muebles con visos de sustentabilidad, procesamiento de agua para beber y distribuir en la capital, y más recientemente (apenas hace 25 años), un proyecto de turismo en el que ellos son sus propios operadores turísticos, guías, ofertantes de alimentos, alojamiento y muchos otros servicios.  Un ejemplo paradigmático de desarrollo de adentro hacia afuera y no al revés.  Mi segundo ejemplo fue un proyecto en el que hoy trabajamos (SBDC) que busca apoyar a las pequeñas empresas para su profesionalización a través de consultoría estratégica... hice ver, no obstante, que "Desarrollo" es un término muy contradictorio porque si miramos lo que sucede en al Valle de Toluca, con el enorme "desarrollo" industrial, caeremos en la evidencia de que tanta contaminación auditiva, acuífera y del aire puede ser llamado todo, menos desarrollo. 

¿Cómo entender entonces al desarrollo local?

Mi percepción es que, como dice Bauman (o decía, porque se nos fue en 2016), es un término opaco que hoy en día significa mucho y casi nada; también que es una linda palabra, pero que oculta en su interior enormes tensiones de poder en lo que significa local-global, urbano-rural, o en la manera en que lo comprendemos: ninguno de estos términos está exento de luchas entre quienes tienen y no; o entre los que se apropian de conceptos y valores.  Recordé también que David Harvey mencionó hace ya unos 10 años (9, para ser exactos, en una charla que dio en el auditorio de las madres de la Plaza de Mayo, en Argentina, y al que tuve el gusto de colarme), que los pequeños esfuerzos locales son muy buenos, pero que son imposibles de ser llevados a empresas globales: piense usted, querido lector, en la industria tecnológica, en la misma investigación científica o en la aeronáutica. 

En ese sentido, dije, también valdría la pena discutir si antes no teníamos "desarrollo local" en nuestras pequeñas urbes (cuando no estábamos tan interconectados con el resto del mundo) y si éste funcionaba (¿para quiénes, cómo?)... Esto cotidianamente me lleva al debate si "los tiempos pasados siempre fueron mejores". 

¿Y qué concluíste, Samuel?

Para mí, la investigación debe evitar las dicotomías. Mi admirado Latour insiste, por ejemplo, que no existe lo local y lo global, sino un continuo de actores que se mueven en redes porque todo lo que es global es local en algún punto: hasta Google tiene oficinas y la luna tiene debates de propiedad. 

Finalmente, presenté un cuadro en el que explico que tengo varios temas a favor del desarrollo local, pero también muchas preguntas y dudas: siempre me he dicho que no me gustan las comunidades  y las tribus porque se encierran en sí mismas... ¡Sobre todo cuando el mundo es tan ancho –no ajeno– sino de todos nosotros! En mi opinión, lo que hay que derribar son las fronteras y las visiones chauvinistas que dicen que "nosotros" somos mejores que "ellos". Si vivimos en minúsculas burbujas, mejor haríamos en formar saltadores de burbujas que comuniquen las buenas cosas de cada una de ellas. 

Para mí, y ésa es una de mis conclusiones de la tesis doctoral, cada uno tiene que encontrar su localidad en la globalidad.  Y, por supuesto, mirar para sí y por otros, que lo malo que pueda suceder en un lado, nos afecta de algún modo en esta enorme e infinita red de actores. 

Nota final: agradezco a los colegas presentes, así como a los organizadores por la invitación. Fue un gusto participar por segunda vez en el auditorio del Centro de Investigación en Humanidades y Ciencias Sociales de la UAEMex.






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