19.7.20

[Reflexiones] Esa bendita maña de leer

En el área de "Biblioteca de cabecera", la BD francesa, siempre estará

En "Al Final del Pavimento" cuento algo sobre mi predilección y amor por los libros. También rememoro mis primeras lecturas y cómo éstas se relacionan con la escritura. Me gustaría ir más al detalle de cómo generé el amor por los libros, con el único objeto de compartirles a ustedes, padres y amigos, algunos indicios que tal vez sean de utilidad para sus propios hijos o historias. 

El origen
Comenzaré por decir que de niño me leían. Tal vez ésa haya sido la herencia más importante que haya recibido, curiosamente a los 3 o 4 años, de padres en plenitud. Me leían a Borges, pero también al Principito, a Los Tres Cochinitos o a Blanca Nieves. Lo que importa de esto es el vínculo emocional que se crea entre el libro, el niño y la historia familiar: leer es un momento de comunidad, de cariño, de intercambio. 

12.7.20

[Reflexión] Pandemia y Depresión, o el ataque de los ladrones de ilusiones

Imagen: The guardian


Pandemia y depresión, o el ataque de los ladrones de ilusiones


Parte de guerra a un general fallecido en acción
Ejército de Gaia
Julio de 2020


Cual soldados en una batalla con un enemigo invisible, nuestro ejército ha sido mermado.

Antes de comenzar esto, General, éramos tan imperfectos como siempre lo fuimos, pero teníamos ilusiones, de todos los colores. Unas eran vanas, otras superfluas y las más, románticas: desterrar para siempre al plástico del planeta, eliminar las energías fósiles, sacar al mal gobierno, comprar un auto nuevo, viajar al culo del mundo, contribuir a la saturación de Barcelona, aprender japonés, bailar tango en San Telmo, conseguir una rubia despampanante en el congal de más baja reputación, hacer una película inovidable, entrar al salón de la fama de los novelistas...

Hoy que lo visito en esta su tumba, mi General, me doy cuenta de lo frágiles que somos:  nuestra humanidad pende de un hilo, del hilo del miedo. Tuvimos sueños magnánimos y los dejamos ahí, olvidados a cambio de la ilusión de la vida. Cuando nos dijeron que nos teníamos que encerrar, corrimos hacia nuestras casas y dejamos a las ilusiones afuera. En el refugio tapiamos las entradas, las ventanas, los más finos huecos, e hicimos hermética la casa para no dejar entrar al enemigo, aunque eso incluyera abandonar afuera nuestros propios sueños.