7.11.17

[Reseñas] In Patagonia, de Bruce Chatwin

Quienes son cercanos al blog saben que estoy en preparación de una novela sobre un viaje a Sudamérica. La versión borrador ha sido entregada a varios lectores y en unas semanas comienza el trabajo de revisión de detalles. Para 2018 estará lista y buscando editor. Si sabes de alguien, ¡bienvenido el contacto! 

Pero preparar un libro no trata únicamente de escribir, sino de leer. Y mucho. Fuentes de inspiración, de consulta, mapas, bitácoras, reseñas, historia... es una labor de armado de rompecabezas que se disfruta mucho. 

Justo dentro de esa búsqueda, me encontré con Bruce Chatwin, un excéntrico inglés nacido en 1940 con una impresionante historia de viajes. Muy joven salió de su natal Sheffield para recorrer el mundo en bicicleta, trabajar en Sotheby's, estudiar antropología en la Universidad de Edimburgo, recorrer la India, Nepal, Estados Unidos, Medio Oriente y por supuesto, la Patagonia. Uno de sus mayores intereses fue conocer la vida de los nómades del mundo, cosa que reseñó en varios de sus textos. 

Tuve la suerte de encontrarme con su libro de cartas (Bajo el Sol, las cartas de Bruce Chatwin, Ed Sexto piso, 2012) y lo leí con admiración. Fue alguien que desafió a su época en muchos sentidos: sexualidad, hábitos laborales, historia de viajes, desapego, etc. En ese texto, muy intimista, Nicholas Shakespeare recoge misivas a sus padres, editores, amigos, esposa y suegra en las que describe sus humores, planeaciones de viajes, vicisitudes económicas, amores y muchas cosas más. Contiene, además, un capítulo específico sobre su viaje a la Patagonia, que hizo en cosa de cuatro meses, entrevistando a personajes únicos del sur.

Ese viaje fue plasmado en In Patagonia, la que varios consideran su obra cumbre y que ahora me atrevo a reseñar. 

Comenzaré diciendo que lo conseguí en versión en inglés, así que mi lectura fue mucho más lenta de lo común pues el idioma es complejo para mí en literatura. Lo conseguí vía Amazon en formato impreso y lo esperé varios días pues llegó a Toluca, hasta donde viajaría desde Oaxaca. Abrí el sobre con mucho cuidado: algo lo hacía mítico y muy personal. Tanto que tardé al menos dos semanas en abrirlo y comenzar la lectura. Digamos que le tenía miedo, devoción, admiración y reserva. Todo al mismo tiempo. Esperé también el momento adecuado porque no quería contaminar su lectura con otros textos del trabajo que tenía pendientes.

Al final me atreví. Primero lo husmeé, luego noté que tenía fotos casi al final, pero no osé verlas. Después de leer el prólogo de N. Shakespeare dos veces, me lancé al agua. Al principio me vi obligado a tener mi traductor de Google todo el tiempo a mano. Lo sentía denso, lleno de expresiones coloquiales desconocidas y de términos raros. Poco a poco me fui familiarizando con él y tomando el ritmo de viaje de Bruce -permítaseme por favor el trato así de familiar-. 

Luego me di cuenta de que parte de mi miedo era encontrarme con un texto que fuera tan bueno que me quitara las ganas de seguir con el mío ("¿para qué seguir si ya hay algo tan bueno?"), algo que inhibiera mi historia. De otro lado, también tenía temor de algo demasiado denso o de algo muy similar. Si al final todos los caminos llevaban a la Patagonia, me asustaba que el mío ya hubiese sido recorrido en los años setenta y que no me convirtiera sino en un seguidor de huellas. ¡Vaya aprensión!

Por suerte me encontré una fuente de inspiración. Chatwin resultó ser un poco un Lawrence de Arabia moderno que encriptaba sus relaciones sexuales haciendo finas descripciones de sus personajes, pero también con una sensibilidad única por descubrir historias de habitantes únicos. Y es que si Argentina tiene ese tipo de seres llenos de aventuras, la Patagonia tiene aún más misterio y magia. Es como un mapa en elaboración. 

Chatwin no quería que In Patagonia fuese catalogado como libro de viajes. Quería ir más allá: una jornada, un descubrimiento, un espacio mágico lleno de historias. Algo que raya en lo simbólico. En eso No Era el Che (mi libro en proceso) coincide: el viaje es más que eso; es un espacio en la vida y en la memoria en el que te das la oportunidad de comprender y comprenderte, siempre que viajes lo suficientemente ligero y lejos. 

El libro describe sobre todo vidas de personas y en ese sentido es histórico: desde Butch Cassidy y su tropa, que huyeron a Argentina para robar bancos y establecerse en una vida más tranquila pero no lo lograron, pasando por pastores que tratan de colonizar y convertir a los indios Huemules, o paleontólogos que claman haber encontrado al unicornio, e incluso galeses que establecen sus colonias y cuyos hijos, a pesar de no haber conocido su madre tierra, visten el quilt y tocan gaita.

Los recuentos de Chatwin parten de entrevistas con el abuelo de..., o la hija de... y te llevan por la historia, contándote cómo fue la vida de un hombre que persiguió a Cassidy o saludó en persona al capitan Milward, quien tuvo una de las casas más lindas de Punta Arenas y la perdió frente al socialismo de Allende. El asunto es que el relato no es plano, sino que se desdobla: quien habla de Milward es, en sí mismo, un personaje: "Archie had given the house over to the Gómez family and lived alone ina prefabricated cabin. His domestic arrangements were a lesson of ascetism: a shower, a narrow bed, a desk, a two camp stools but no chairs". Es una prosa simple, descriptiva, aunque llena de adjetivos precisos, de imágenes mentales que no puedes dejar de hacerte. 

Otra historia interesantísima, la de Simón Radowitzky, emigrado de Kiev que llega a Argentina muy joven y se interesa por los movimientos sociales. Radowitzky era un anarquista que había vivido la revolución de 1905 en Rusia. En Buenos Aires se hace famoso por su asesinato del Coronel Falcón y después de ser enjuiciado es enviado a Ushuaia a purgar su condena. Ahí pasará años hasta que la presión social anarquista logra su liberación, pero en tierra uruguaya. 

Chatwin también contará la historia de Jemmy Button (secuestrado por Robert FitzRoy, el mismo capitán con quien viajara Charles Darwin en el H.M.S. Beagle), un indio fueguino llevado a Londres y educado para regresar a su tierra y ser el representante de la reina para una posterior colonización  -frustrada- de la Patagonia; otro de sus personajes será Antonio Soto, otro anarquista que organizará una revuelta en todo el sur y tendrá que ser reprimido por el gobierno a costa de muchas vidas. Una verdadera revolución que encendió pasiones y debates. 

Sin duda lo fuerte del libro está en las historias de sus personajes (también aparece Orelie Antoine de Tounens, el iluso y efímero Rey de la Araucanía y Patagonia), aunque por supuesto las descripciones de su geografía son únicas. Sitios arqueológicos, bosques, construcciones, paisajes de la costa, ciudades como Ushuaia y por supuesto el Mylodon, una especie de oso perezoso de la prehistoria que es a su vez el principal motivador de su curiosidad por la Patagonia: años atrás, en su niñez, Chatwin recuerda que su abuela conservaba una pieza de una piel de este animal y le explicaba que venía de la Patagonia. 

Ahí aparecen los imaginarios y la niñez, de nuevo.

Podría contar con más detalle las historias que aquí apenas salpico y describo sin gracia, pero las ideas se me revuelven, se arremolinan en la mente. Necesitaría retomar todo el libro para hacer un recuento con detalle y plasmarlo acá. No, no lo haré. Deseo más bien que tú, lector, tomes el reto de buscarlo y te sumerjas en la profundidad de este pedazo del mundo que ha sido un olvidado testigo de la humanidad. "La parte más lejana a la que el ser humano ha llegado por su propio pie". 

Es cierto: desde que la civilización existe, todos hemos querido llegar más lejos, más allá y descubrir. A veces por el simple gusto de andar, a veces por la emoción de perdernos, de conocernos más o de simplemente darnos por desaparecidos en la inmensidad. 

Chatwin, B. In Patagonia. Penguin Classics [1977] (2003).





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