Hace algunos meses, durante una de esas noches que tuve que robar al sueño con tal de no terminar loco y atrapado por la monotonía del exceso laboral, me senté a charlar con Pilar, una amiga con quien divagamos por espacio de unas cervezas. Primero hablamos de más turismo, demás trabajo y de amigos en común.
En ese momento apareció un viejo conocido y su "indicador" de calidad de vida. Para Luis (nombre de pila del denominado amigo), una de las formas de saber si cuentas con espacio para hacer lo que te gusta es midiendo el número de libros por mes que eres capaz de leer.
Ese día comprendí que me estaba perdiendo en mi marasmo laboral, ahogando en mis 14 horas de trabajo diario, y que me estaba olvidando de que existimos porque somos. Una mezcla de ser laboral, ser humano, ser soñador. Y decidí robar más horas: unas al trabajo y otras a la noche.
Decidí seguir leyendo y paseándome por la bibliotecas. Mi último conocido se llama Andrés Neuman y su "El viajero del Siglo".
Un argentino (más causalidades) que cuenta la historia de un hombre que llega a Wadenburgo, el pueblo que nunca tiene las calles iguales. El pueblo que vive a su propio ritmo en el siglo XIX.
Neuman se llevó el relato fantástico a un pueblo alemán y allá hizo que sus personajes, rígidos occidentales y teutones se convirtieran en hombres y mujeres de sabor "semi-real", como los nuestros (o los de ellos: Carpentier, García Márquez, Borges, Abilio Estévez).
Y me fui por unas tres semanas y días, tomando por asalto el archivo de cronos para conseguir espacio de lectura. Una novela bastante entretenida que hace un repaso por la literatura del siglo en que fija su historia y nos hace recordar que sobre todo, somos seres que dudan de cosas elementales, y que más nos valdría respondernos algunas de esas preguntas antes de pensar en nuestras tristes realidades de gripes, fraudes, cierres de empresas, narcos y demás.
Neuman, A. El Viajero del Siglo, Alfaguara, 2009. 531 pp.
El Tal Andrés Neuman nació en el 77 y sí ha publicado, no como otros que sueñan con ser escritores y terminan vendiendo las ilusiones del mundo occidental... (pero al menos comienza a recordar lo que es la calidad de vida)
Sí, lo recomiendo...
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