20.2.13

[Reflexiones] [Viajes] Después de 7 años. / La vuelta a la tierra

19 de febrero, vuelo México DF – Lima

Volví a México, lo visité, lo reencontré y ahora lo dejo de nuevo. ¿Lo disfruté? Siete años antes, en 2006, dejé mi país para partir hacia Perú. Como alguno diría, muchas lunas pasaron y luego partí hacia Buenos Aires al doctorado. En 2013, volver a Toluca –a los míos- significó una serie de preguntas y respuestas.

   La primera es que uno nunca se va por siempre. Por más que dejes tu espacio y a tu familia, éstos están ahí. Nunca desaparecerán. Pueden ser una sucesión de memorias, de buenos y malos recuerdos, pero nunca una nube blanca o un espacio despoblado: ni de cultura, ni de recuerdos, ni de gente.
  La segunda es que uno no se queda por siempre. En Toluca pude ver a muchos y sentir la emotividad de la recepción. Pero también pude ver que esa persona que partió hace años no es la misma y que aunque el cariño sea grande, la vuelta –al menos en las circunstancias actuales- es casi imposible. Me interesa otro México, no aquel en que nací. Las sombras están, pero no quiero quedarme con ellas.


  Cosa extraña: algunos te quieren de vuelta, otros tienen muy claro que hacerte volver es un atentado a tu libertad. Et pur, todos te quieren; así han sido las historias del Andaryego: dejar un pedacito del corazón en cada sitio; dejar gente querida; dejar oportunidades y problemas. Partir para vivir, partir para descubrir, partir para ampliar el propio horizonte.

  ¿Cómo vi a México? Me quedo convecido que una enorme cantidad de la población no sabe cómo cambiar, a pesar de querer hacerlo. Tengo la certeza de que mis compatriotas quieren un México distinto, pero son incapaces de echar por la borda aquellas cosas que ellos mismos saben que no les hacen bien; que deberían cambiar para ir en otra dirección. México sufre de desidia, de pequeñas (y enormes) muestras de corrupción, de mojigatería, silencio, conservadurismo, desigualdad social y una larga lista de etcéteras. El mexicano suele mirar hacia el otro y acusarlo, pero dificilmente se mira en el espejo. Nos ocupamos de todos, menos de nosotros mismos.

  Constaté también que muchos de los míos no pueden estar solos y por consecuencia se buscan fiestas y saturan su espacio de otros, de información barata (televisión, sobre todo) y de banalidades. En mi tierra, pocos leen; apenas unos cuantos se generan la posibilidad de mirar hacia dentro para decidir si hay algo que quieren cambiar.

  Ese es México y no todo es malo. La solidaridad, el cariño de la familia, la amistad, la estoicidad ante un mundo complejo están también presentes. Siempre divertido, siempre ocupado y lleno de actividades. Es un país con una enorme infraestructura, con un potencial económico gigante que ofrece muchas oportunidades a quien es capaz de buscarlas y navegar ese mar movido. Sí, me dan ganas de hacer proyectos y de intentar ser parte del grupo que plantea nuevas alternativas.

  Hoy me dirijo una vez más a Lima. No sé qué número de viaje sea éste, he perdido la cuenta, pero de algo estoy seguro: cada vez que voy, regreso a un tiempo en el que aprendí a ser otro; en el que –como diría uno de mis mejores amigos- inicié (o continué) una transformación que me permitió ver que el mundo es vasto, es ancho y que no es ajeno, sino de todos los que nos queremos apropiar de él. Si llegaré a ser Caballero águila, jaguar o simple mortal errante, lo ignoro. Me queda claro que tomé un camino que es imposible de abandonar.

  Lo que viene será una especie de vida de saltos continuos en distintas actividades. Habrá que aprovechar la inversión de todos estos años para compartir esas experiencias y generar muchas más: aprendizaje continuo. Al mismo tiempo, vendrá la búsqueda de la ansiada base (no puedo dejar de pensar en aquella canción de Cerati: “Quiero una casa / Quieto un hangar / con una pista de lanzamiento…” ) desde la que se construirán no sólo los sueños personales, sino aquellos que identifiquemos con un grupo de trabajo que iremos armando. Un grupo sin fronteras, de soñadores que comparten la idea de un mundo que genera oportunidades; de un espacio en el que discutiremos nuestros puntos de vista y desde el que crearemos nuevos caminos para ir en la dirección de lo que nos hemos planteado.

  Oaxaca sigue en los planes. El Andaryego.com ya está funcionando, la tesis se sigue cocinando y la red de contactos se fortalece. Hasta un viaje al viejo norte está en perspectiva. Hace un par de días me ofrecieron una posibilidad de cátedra… Aún hay mucho por andar

  A más de un mes de ausencia, el Blog del Andaryego le da la bienvenida al 2013. Sin más mensajes, sin buenos deseos, sin cursilerías. Trabaja y haz de tu mundo una pintura. La obra de arte que deseas contemplar toda la vida.

1 comentario:

  1. Anónimo7:41 p.m.

    Es una gran verdad, queremos cambios,
    queremos mejorar nuestras vidas,
    queremos un mejor país,queremos,queremos.
    ...pero tenemos
    Miedo a perder nuestra tranquilidad, seguridad, como una canción
    del Sabina, nadie sabe lo que gana cuando pierde una mujer,
    jaja, se me ocurre una analogía;
    bueno, nadie sabe lo que gana cuando deja su páis,
    solo un puño entre miles se atreve y se mete en ése desafío,

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