Este día del turismo puede ser una buena fecha para hacer algunas reflexiones. Este breve texto es resultado de algunas ideas surgidas en estos últimos días que me gustaría ensamblar hasta construir un texto de mayor profundidad.
Sobre la Sherezade del desarrollo.
Desde hace años se nos viene machacando que el turismo es de gran utilidad en el combate a la pobreza y el desarrollo. Desafortunadamente son pocos los estudios que relacionan estos temas con turismo a partir de data formal: la mayor parte del discurso se basa en la retórica del desarrollo. En este texto reflexiono sobre la necesidad de ir en busca de nuevos indicadores que permitan monitorear el turismo, desde la óptica de mi experiencia personal, en la que he tenido la fortuna de mezclar trabajo en campo con investigación sobre el fenómeno turístico.
En mi tesis doctoral (aún en elaboración) planteo que el turismo cumple la función de Sherezade del desarrollo en el sentido de que es presentado con mucha frecuencia como la promesa de un mejor futuro, tal como Sherezade en la obra universal “Las 1001 noches” cuenta diariamente una historia al rey, pero no la concluye con el objeto de recibir una noche más de vida. Sostengo esta licencia literaria (en los límites de lo excesivo para un documento académico) a partir de la lectura del discurso presentado por la Organización Mundial del Turismo y otros organismos que plantean lo que podríamos llamar “el discurso dominante”.
Los datos que la OMT presenta evidencian un mundo en el que el turismo tiene un fuerte –y prácticamente inagotable- crecimiento, sin embargo me parece que hacen de lado tres aspectos de gran importancia: 1) que el mismo concepto de turismo se ha venido modificando en los últimos 50 años para incluir en él a prácticamente todos los viajeros (de negocios, consultores, estudiantes, peregrinos, etc.), lo que resulta en una innegable tendencia ascendente que engloba todas las formas de viaje y opaca sus distintas razones; 2) que si bien esta data muestra que el turismo crece de forma desigual en cada país, no se hace un análisis de profundidad que explique que esto no se debe únicamente a situaciones de mercado, sino a factores ajenos al turismo, y; 3) sus indicadores se basan únicamente en data de visitantes y en ingresos generados. Más allá de la inexactitud que esto genera, me parece preocupante que todo se resuma a lo monetario cuando hay una exigencia –en lento avance, debe reconocerse- cada vez mayor hacia aspectos relacionados con la sostenibilidad.
El gráfico 1 muestra el gran crecimiento a nivel internacional, pero al mismo tiempo la fuerte desigualdad de este aumento. Nótese particularmente cómo América Central, el Caribe o América del Sur tienen crecimientos muy limitados.
El caso de
Latinoamérica es particularmente llamativo: según la OMT (WTO 2011), “Las
Américas” representan el 16% de las llegadas internacionales, sin embargo al
separar a América del Sur, ésta cuenta únicamente por el 2,5% del total
mundial. Porcentualmente, este número ha avanzado muy poco desde 1990. (Ver
cuadro 1).
La data permite observar que a pesar de crecer, su porcentaje de incremento –que fue de alrededor del 50% entre 1990 y 1995- se ha reducido hasta 28,4% en la comparación entre 2010 y 2005. El número es muy bajo si se considera la extensión territorial y demográfica de Sudamérica, así como la cantidad de países que integran a esta porción del continente. Este cuadro evidencia la mínima integración del área a la circulación global de personas.
Una vez que se
fragmenta el continente y se presentan los datos por país, es posible apreciar
el fuerte desbalance que existe entre las llegadas y los ingresos generados por
el turismo. (Ver cuadro 2).
Como se puede ver,
el gasto per-cápita por visitante a los Estados Unidos es mucho más alto que
para el resto de las naciones. Llama la atención, por ejemplo, el caso de
México, en donde el gasto per-cápita no es ni siquiera la tercera parte del
estadounidense. Al respecto de la situación de México, vale la pena dar una
pequeña mirada a su posición como “potencia” receptora de turistas. El gráfico 2
permite mostrar cómo el país ha perdido su competitividad mientras otras
naciones toman su posición.
El interés de los cuadros anteriores ha sido evidenciar que el crecimiento del turismo no es de ninguna forma equitativo ni homogéneo. También me ha interesado recalcar que la data que se nos presenta no es suficiente para analizar el turismo. En los últimos años algunos autores han realizado algunos análisis económicos, pero la mayor parte de los pocos que usan datos económicos se quedan en estos análisis. ¿Por qué no proponer nuevas formas de medición que nos permitan avanzar en la búsqueda de un turismo en donde la sostenibilidad no sea únicamente parte de la retórica?
Turismo y desarrollo:
Nuevos retos, nuevos indicadores.
En un estudio realizado este año y patrocinado por la
Cooperación Técnica Alemana (GIZ 2013) realizamos una propuesta de 8
indicadores que podrían llevarnos a analizar qué tanto una empresa tiene una
mirada hacia la sostenibilidad e inclusividad. Estos indicadores se agruparon
en tres órdenes, como se presentan en el cuadro 3. Se ha insistido que éstos
deberían trabajarse siempre con los grupos de trabajo locales con el objeto de
conseguir su apropiación.
Si bien es claro que
aplicar estos 8 indicadores en cada país representa un esfuerzo sobrehumano,
también debe insistirse en el hecho de que así como éste, hay una gran variedad
de estudios que han planteado nuevas formas de evaluación del fenómeno
turístico. ¿Por qué entonces no se ha dado un mayor impulso a indicadores de
este tipo desde la oficialidad del turismo?
Hace unos días, en
busca de algunos nuevos parámetros que permitieran medir las condiciones relacionadas
con el turismo, realicé tres rápidos acercamientos sobre los que valdría la
pena hacer más ejercicios. Los presento con el objeto de invitar a un mayor
análisis y a la generación de nuevas propuestas. Grosso modo, seleccioné 26
países que me llamaron la atención y relacioné algunos indicadores del turismo
con datos como número de habitantes, extensión territorial, nivel de educación,
porcentaje de áreas boscosas y número de sitios UNESCO (Patrimonio de la
Humanidad). Abajo los resultados.
El gráfico 3
presenta la cantidad de visitantes extranjeros (según data de la OMT) y se pone
en función con la extensión territorial de cada país, en dos periodos: 2000 y
2010. Es posible apreciar cómo Francia, España, Italia Suiza, Inglaterra y
Grecia son las que más visitantes por kilómetro cuadrado tienen. En diez años
no hay grandes cambios, salvo en el caso de Malasia, en donde ha crecido
fuertemente el número de visitantes en los últimos tiempos. Este indicador
podría ser útil para pensar los límites de crecimiento en el número de turistas
para una nación. Como se puede ver, son aún enormes las posibilidades. Más allá
de eso, también se puede reflexionar y evidenciar que Europa es, por mucho, el
principal centro de recepción de visitantes extranjeros. La densidad
poblacional, el movimiento económico y la cercanía con otras naciones son
explicaciones útiles.
El gráfico 4 presenta, con base en la cantidad de sitios
reconocidos como Patrimonio de la Humanidad por UNESCO que tiene cada país, la
cantidad promedio de visitantes que recibe cada sitio. Este no es un dato real,
sino que a la manera del PBI o algún dato per cápita: permite ver lo que se
podría llamar la “productividad” del sistema de sitios UNESCO de cada país.
Este gráfico puede
responder a la pregunta ¿Debemos tener más sitios UNESCO? Como es sabido,
obtener este tipo de reconocimiento implica un esfuerzo enorme a nivel de
recursos humanos y financieros, ¿es necesario conseguir más nominaciones o
simplemente hacer un mejor aprovechamiento de aquellos con los que se cuenta?
Es obvio que esta apreciación es muy economicista, pero parte del entendido (discutible,
pero no en este documento) que el reconocimiento de patrimonio UNESCO obedece
sobre todo a una estrategia de posicionamiento internacional (cultural, por un
lado, pero también turístico). Convengamos que si de defender el patrimonio se
trata, no es necesario contar con una nominación de este organismo.
Como se puede
apreciar, Malasia tiene el número más alto con más de 6 millones. Tanto este
último país como Turquía tienen crecimientos muy grandes en los últimos 10 años.
Debe llamarse la atención sobre el caso de Uruguay, que cuenta únicamente con
un sitio UNESCO (la ciudad de Colonia) y por ello el indicador toma niveles tan
altos. México, con 32 sitios UNESCO, no hace un aprovechamiento particularmente
notorio.
Un último gráfico
relaciona el incremento del Producto Nacional Bruto per cápita, el incremento
de los años de educación de los adultos de más de 25 años y el cambio
porcentual en la cantidad de turistas por cada país. Todo para el periodo entre
2000 y 2010. (Nota: en algunos casos no se contaba con la data de 2000 y 2010,
en esos casos se ha tomado información de los años más cercanos).
Como se podrá ver, si bien parece existir una relación entre
estos tres factores, no se puede
establecer que ésta sea directa: en algunos países es proporcional, mientras
que en otros es incluso negativa. Lo anterior deja una pregunta en el aire y
sobre la que habría que trabajar en los próximos tiempos: ¿Es el turismo
impulsor del desarrollo económico o por el contrario, es el desarrollo
económico el impulsor del turismo?
Conclusiones a ojo de
pájaro
Como se planteó en un inicio, el interés de esta brevísima
nota no es presentar un estudio formal, sino marcar la necesidad de avanzar en
la consolidación de una serie de indicadores “nuevos” que nos permitan estudiar
el fenómeno turístico desde perspectivas que salgan de la visión economicista
que le ha dado el discurso dominante. En otros trabajos he insistido en la
necesidad de evitar que el turismo sea encasillado en la denominación de
“actividad económica”, pues hay muchos otros aspectos que intervienen en él.
Comencé insistiendo
en la necesidad de prestar más atención y desglosar la data que hace que el
turismo sea visto como la que denomino “Sherezade
del desarrollo”. Enseguida presenté algunos ejemplos de análisis del
turismo que permiten ir más allá de su aspecto económico y sugerí que se
profundice en el trabajo que se relaciona con el planteamiento de indicadores
relacionados con la sostenibilidad y otros aspectos de este fenómeno.
Finalmente me
gustaría agregar que éste sólo es un acercamiento inicial pero que el objetivo
que persigo es motivar a un análisis más profundo sobre las ventajas y
desventajas del turismo, en lugar de dar por hecho que el turismo contribuye al
desarrollo y a la mejora de la calidad de vida: si no se realizan análisis más
formales, el profesional del turismo corre el riesgo de conformarse con la
retórica y la buena voluntad sin análisis crítico.
Esta historia continuará…. ¡Feliz día del turismo!
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