8.12.15

[Tesis completa]: La Sherezade del Desarrollo: Redes y actores en la construcción del entramado turístico en el espacio rural. Dos casos de estudio en Perú y Argentina: el Valle del Colca y Tafí del Valle


Esto es un manifiesto y cierre de un círculo que abre otro: inicia con la experiencia del doctorado en 2010 y cierra con su divulgación, hoy. Es cierto que -aún- no está impresa y carece de visos de Best Seller (eso solo lo hace el bueno de Umberto), pero es un enorme motivo de orgullo, pues representa la oportunidad de compartir un trabajo cuyo valor se mide en meses, años y miles de caracteres. Algunas notas.

Corría el año de 2010 y FLACSO me aceptaba (creo que siempre se preguntaron porqué) en su Doctorado en Ciencias Sociales. Entrar a las oficinas de la calle Ayacucho, en Buenos Aires, fue primero retador y pronto se convirtió en costumbre: sesiones grupales, clases, discusiones, horas en la biblioteca y muchos intercambios con personas que, a pesar de nuestras diferencias formativas -países, escuelas, géneros, intereses e historias- compartíamos el gusto y sufrimiento de ser "doctorantes" (ahora la palabra me hace pensar en los replicantes de Blade Runner), una subespecie humana que gusta del masoquismo intelectual y está dispuesta a morir por él. 

4.12.15

[Reflexiones doctorales] Ser loco y científico, te hace feliz!


Comparto una nota divertida para mí (seria para el CONACYT), en la que dicen que ser científico y estar loco aporta felicidad en la vida. Bueno, no exactamente, pero algo así como que hicieron un estudio en el que se comprueba que ser científico es uno de los trabajos que más felicidad aporta. El texto dice así: 
"Las principales causas por las que la gente no aprecia su trabajo son porque no ven oportunidades de crecimiento, no les gusta lo que hacen, no son bien remunerados ni valorados, entre otros factores, según un estudio realizado recientemente por un grupo de investigadores del Instituto Tecnológico de Sonora (Itson).
Ante este panorama, que no parece muy alentador, sí existen trabajos en los que la gente es feliz, en los que disfrutan cada uno de los minutos que pasan ahí, en los que no tienen que cumplir un horario, que les permiten conocer el mundo, que les ofrecen oportunidades de crecimiento y en los que su talento es reconocido y valorado por mucha gente; uno de esos empleos anhelados existe y se llama ser científico."
Esperemos que esto no sea el preludio de una reducción de presupuestos o de becas, pero es una nota simpática para quienes aún dudan si el camino de la ciencia es el adecuado. De mi parte, les puedo decir que aunque no siempre es el que da más billete, sí aporta bastantes satisfacciones. 

Artículo completo aquí

29.11.15

[Road Story] Pero la esencia se mantiene...

El tema de la "esencia de uno" fue motivo de discusión durante buena parte del fin de semana. Un fin de semana sin duda particular porque reunió a dos viejos amigos en un viaje que trajo reminiscencias y discusiones pendientes. El resultado es este post, que utiliza el anecdotario personal para debatir si después de muchos años seguimos siendo los mismos.

La primera moto que manejé era una Vespa Piaggio de 40cc. La compró mi padre porque quería ir en ella al trabajo, pero pronto se dio cuenta que hacía frío, que el motor era pequeño y que era mejor dejarla en casa. Así aprendí a cambiar bujías, mezclar gasolina y aceite y darme los primeros golpes. Tenía nueve años.

23.11.15

[Reseñas] Dos libros, un Campari y unos días de vacaciones: Herejes, de Leonardo Padura y Vicio Propio, de Thomas Pynchon

Noviembre me ha tenido fuera de casa y con muchas novedades. Después del acelerado paso por Guyana que es aún un capítulo sin terminar, me moví a la Riviera Maya que sin duda es otro capítulo en sí misma. Si bien pienso abordar el tema de sus personajes, congresos e historias pronto, por ahora solo dedicaré un tiempo a un par de recomendaciones bibliográficas de vacaciones. Porque también de vacaciones vive el hombre: Herejes, de Leonardo Padura y Vicio Propio de Thomas Pynchon.

Herejes, de Leonardo Padura.
Leer a Padura es para mí como regresar un poco a Fantomette o Tintin. Es divertido y atrayente, aunque no constituye lo que llamaría literatura de alto nivel. Por supuesto, reconozco que "El hombre que amaba a los perros" es una excelente obra en la que cuenta con lujo de detalle la vida de Trotsky y la enlaza con la de Ramón Mercader, su asesino, pero al mismo tiempo pienso que sus otros relatos pierden fuerza, pasión y contenido histórico.