P. lo tenía en su librero y un día que la fui a buscar para ir a comer me lo encontré ahí, perdido entre algo de Borges, una guía de Lonely Planet y la Historia sin fin. ¿Orwell aquí? -me dije. Resulta que alguien se lo había recomendado pero cuando leyó el prólogo, se atoró y lo dejó ahí guardado y en la página 10, donde señalaba la solapa. "Me lo llevo", le dije. "Ya te contaré si está bueno..." Y lo devoré, como pobre que encuentra pan en la banca de un parque.
Efectivamente, el prólogo no hace necesariamente honor al texto. No por malo, sino porque es demasiado académico. Carlos Villar desmenuza a Orwell y su vida; cuenta que vivió en Birmania y que antes de escribir aquello que de él conocemos (1984, Homenaje a Cataluña, La rebelión en la granja) se fue a hacer vida de pobre durante un par de años a París e Inglaterra. Como Jack London, a quien cita en algún momento, Eric Arthur Blair (nombre real de Orwell, que ocultó su apellido para evitar pena familiar) también quiso vivir antes de escribir. Y por supuesto, el resultado es un libro perfectamente etnográfico que cualquier antropólogo podría citar a sus alumnos.