Acá, tal como se escribieron el 25 de febrero, las reflexiones sobre Brasilia. De todo el viaje, este es uno de los pocos momentos que tuve para escribir sobre un sitio. Durante todo el trayecto me vi obligado a primar el tiempo, con lo que no seguí un diario preciso de viaje, sino algunas reflexiones. Siento que he perdido esa habilidad del relato de algún modo. Creo que se debe a esa prisa por el viaje que caracterizó a estas vacaciones...
* Una hora para entrar ya me hizo dudar de Niemayer. El tráfico era realmente insoportable. algo raro parecía estar sucediendo, con todo y que me habían contado de que la circulación era constante.
* Las afueras de la ciudad: más de lo mismo ¿Cómo es que el plan no contempla las zonas sub-urbanas? ¿Por qué no se llevó hacia esos sitios, si no había nada ahí?
* También me hizo pensar que en efecto, los arquitectos son así: si uno les deja hacer lo que quieran, se arman unas ideas bastante estéticas, pero poco humanas.
* Después, sólo llegar a la estación de bus (la rodoviaria, lindo nombre) fue impresionante. Amplitud, espacio, limpieza, ordenn y no esa clásica sensación de una terminal: saturación, miedo, prisa, estrés. Me dieron ganas de ver la ciudad, de reconocerla, de palparla.
*Luego vinieron los detalles: no había oficina de información turística, mapa de la ciudad, internet. Y así me tuve que ir, a ciegas por la ciudad. Me acerqué al metro, pedí ir a la estación central (había pasado antes al Parkshopping que abría a las 10 AM, tratando de encontrar internet y/o información, pero no lo encontré y en su lugar hallé una entrada al shopping donde los guardias de seguridad entregan bolsas de plástico para los paraguas, evitando así que se moje el interior de la plaza), y me dejé llevar. El metro era impresionante de ordenado, los nombres de las estaciones por número de calle, gente ordenada y leyendo... otro Brasil más. O mais grande do mundo.
*El metro me llevó a la estación central, de ahí a un centro comercial donde conseguí cambio, internet, teléfono del hostel , boleto de avión a Foz de Iguazú. Todo. No sin tener que caminar un poco, pero en total tranquilidad.
*Llamé al hostel, había lugar. Me dieron instrucciones, tomé el bus en la misma terminal del centro y sólo un detalle: la chica del bus se olvidó de decirme dónde bajar, con lo que tuve que hacer todo el recorrido del mismo. Ahí comencé a descubrir que Brasilia está todo segmentado: el sector urbano miitar, el sector de la policía, la zona industrial, la zona de parques para correr... En el sector militar me llamó mucho la atención la cantidad de chicos ahí: al parecer el área militar es uno de los grandes empleadores del país.
*El hostel, limpio, frío, clínico, pero funcionando (52 reales!). Me dieron todas las instrucciones y me fui a recorrer.
*Si algún día conozco a un brasilero cuadrado le diré que tienen "cerebro de pájaro" (que es el diseño urbano que Niemeyer le dio a la ciudad), porque todo lo ve estructurado. Y es que en efecto así es la ciudad capital del Brasil: no es cuadriculada, pero sí perfectamente segmentada: sector sur-norte, calles numeradas y con letras, con todos sus espacios delimitados: la zona de embajadas, la cultural, los ministerios, la habitacional, la hotelera... (inútil decir que en la época de niemeyer no había hostelling, porque lo dejó fuera de la ciudad).
*Ordem y Progresso. Y como lo dijo Kubitschek (el presidente bajo el que se construyó la ciudad): "de aquí saldrán las nuevas ideas para el país... ¿cuadradas y precisas? Tal vez... porque hasta la catedral es muy original.
*Llama la atención la sensación de seguridad (y hasta un poco de "Mundo Feliz" huxleiano) que se vive, pues hay policía en sitios estratégicos, uno se siente un tanto vigilado y las actividades se concentran por zonas. Me tocó ver a un equipo de 10 gorilas con playera negra y letras blancas "Ordenamiento y fiscalización" que recogen (literalmente) a todo vendedor que se cruzan en su camino. ¿El costo del progreso con orden? No sé, pues un poco más noche, vi en el mismo sitio por el que habían pasado, decenas de jóvenes con hieleras, vendiendo alcohol por trago y al paso, dentro de la terminal. Desde mi punto de vista, no: en el Brasil, por lo que se ve, los militares y la policía tienen un poder de represión bastante alto. ¿Será un freno temporal a la olla express que se cocina? Si y no, porque también parecen existir unos programas sociales...
Brasilia es sin duda una ciudad que debe visitarse si uno quiere tener ese sentimiento de cómo funciona una ciudad "ordenada y planeada", pero sin alma. Ojalá los arquitectos aprendan de ella.
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