Acá llegan, finalmente, las últimas fotos de esta loca primera expedición personal de acercamiento a la vecina nación brasilera. Desde Brasilia, por cuestión de tiempos y cansancio (sobre todo de la parte denominada también "baja espalda" o "salva sea la parte") decidí tomar un avión para llegar hasta Foz de Iguazú, que sería el último destino dentro de la nación carioca.
Sí, Iguazú es bastante turístico, estaba lleno de extranjeros y no era en realidad un espacio muy atractivo... era, de hecho, fuertemente distinto a al resto del viaje. Una especie de espacio de necesaria visita por geografía, pero al fin y al cabo, que tenía un atractivo natural excepcional.
No decepciona, con todo y que en el fondo sea un poco "disneylandesco". El parque del lado brasilero está más organizado que el museo del Louvre y te venden más recuerdos que en la Torre Eiffel, pero el sitio es sin duda hermoso... lo que queda de la selva amazónica siempre será muy interesante de ver.
Desde acá hasta Buenos Aires, "sólo" 18 horas más. El servicio de bus, excelente: champaña, whiskey, facturas, dulces, comida, desayuno, películas a bajo volumen, atención personalizada. Genial.
De regreso a la gran ciudad, todo tranquilo, volver a la diaria realidad del asfalto, de los autos, la contaminación, pero también de los amigos, de la fiesta, del doctorado... un buen recorrido que me alimentó el espíritu lo suficiente como para terminar el año sin problemas. Gracias por acompañarme!
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