Todos los días me quiebro la cabeza. ¿Cómo lo haré? ¿Lo lograré? ¿Cómo lo mejoro? ¿Qué es más importante de leer de toda esta pila de libros que me mira con ansias devoradoras? Y he descubierto que al mismo tiempo que me desespera, me gusta. Pero hoy entendí algo y lo explico con una analogía:
Yo era un cazador de ballenas: me subía a mi bote y salía al mar. Conocía cómo manejar el harpón, el remo, el timón, abordar de costado, esperar firme en la proa, motivar a mis balleneros, hacer estrategia de equipo y hasta nadar en mar helado.
Hoy sé que la ballena es un cetáceo, conozco su estructura corporal, el número de kilos de plancton que come en un día, el tiempo que le toma reproducirse y hasta el nombre de muchas ballenas famosas. Me he convertido en un biólogo marino.
El tema es que eso no me hace un mejor cazador de ballenas, ni el mejor de los biólogos marinos. Espero que al final, al menos me sirva para contar mi historia. ¿O debí haber hecho un doctorado en blogología?
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