Está es la historia de una tradición que duró al menos un par de miles de años, hasta que a alguien se le ocurrió que era infame asesinar a un ser mitológico en batalla desigual.
Entonces cerraron ese templo y lo hicieron espacio de memoria. Hoy el torero es guía y el acomodador, taquillero; los recuerdos cuelgan de un cuadro y las viejas anécdotas ya no se mezclan con vino en bota.
... y dicen que sigue el Papa.
tengo un blog y me gustaria seguir el tuyo, me gusto, pero por cel no tengo idea de como hacerlo.
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