Es raro, pero a pesar de lo que dicen otros (Harvey? Lash y Urry? Perdí esa nota) sobre la monotonía del ser humano, yo más bien pienso que somos cíclicos: una temporada somos lectores, otra somos cuentistas o deportistas y así, avanzamos por la vida en círculo, en ires y venires. Hacía años que no tenía moto, de pronto volví a ella y ahora pienso que siempre estará cerca, aunque me haya accidentado en dos ocasiones en los últimos cinco meses. Si esto se mantiene, en un futuro no muy lejano volveré a intentar el parapente, la escalada, el ecoturismo y a lo mejor hasta el comercio y eso de tener novia. ¿Será?
En fin. Quería contar sobre el último libro que leí y ya voy filosofando. Filosofando voy. ¿Qué mejor prueba de que soy un reincidente?
Vientos de cuaresma es una novela (más) de la serie de "Mario Conde detective", algo que parece haberle resultado una buena práctica a Padura antes de atacarse a una novela histórica como fue la del Hombre que amaba los perros que fue sin duda excelente. En los Vientos... el autor sigue la vieja fórmula de la novela policiaca: intriga, sexo, drogas, mujeres, estereotipos de policías y salidas inesperadas. Nada fuera de lo normal, pero nada malo tampoco. Es una novela que se lee en un par de sentadas y en la que no faltan los elementos esenciales y además permite recorrer un poco el panorama de la vieja Habana vista desde un cubano que se permite denunciar que en su tierra también hay ladrones, droga, corrupción y negociaciones en lo oscurito.
Comienza con cierta timidez y poco a poco toma un poco de vuelo para llevarnos a un climax que incluye (sexy) mujer saxofonista y un par de piñas entre policías. Me gustó ese ritmo, aunque es claro que no será mi novela favorita del autor. ¡Qué vainas esas de que un autor se vuelva famoso con una obra cumbre y de pronto le comiencen a publicar sus otros libros... y qué pena que uno caiga en las redes de la mercadotecnia esperando encontrar un nuevo Carpentier!
En fin. Hay unas citas y momentos que me parecen dignos de nombrar. El primero, evidencia de jolgorio latinoamericano clásico: alguien está muy enfermo en el hospital y en el que con tal de evitar entristecer al enfermo dices cualquier sandez para hacerlo reír. Algo así como "Maestro, ¿cómo se le ocurrió hacer esto? Creo que lo van a juzgar por desacato y después van a clausurar la Central."(p.111)
Otro, el que llega cuando estás un poco harto de la vida y quieres salirte por la tangente del pasado: "Mira, mi socio, no te puedes pasar la vida viviendo de la nostalgia. La nostalgia te engaña: nada más te devuelve lo que tú quieres recordar y eso a veces es muy saludable, pero casi siempre es moneda falsa..." (p.127)
Uno más rico, que me hace pensar en mi idea del viaje. Llegar no es el asunto, digo yo; lo importante es el recorrido. Padura, en voz de Conde enamorado lo pone así: "... creo que el destino del hombre se realiza en la búsqueda, no en el hallazgo, aunque todos los descubrimientos parecen la coronación de los esfuerzos [...] Prefiero ser un buscador de lo eterno. No como Jasón o Colón, que murieron pobres y desencantados después de tanta búsqueda. Más bien un buscador de El Dorado, de lo imposible. Ojalá nunca te descubra, Karina [...] no dejes que te atrape, Karina." (p.156)
Cuarta y última cita. Un momento de tristeza en que el detective siente que el mundo pelea contra él: "Estoy cansado, a los treinta y cinco años, y no sé qué voy a hacer ni qué carajos quiero hacer. Trato de hacer las cosas bien hechas y siempre meto la pata: ése es mi sino, una vez me lo dijo un babalao [Dios en el mundo Orisha -N. de la R]. Tengo la letra de la babosa: por delante todo lo veo lindo, pero detrás voy dejando una huella sucia" (p.214).
Inútil confesar que en este último párrafo me sentí plenamente identificado con los sucesos de hace tres semanas y mi nuevo accidente motociclístico... por fortuna el tiempo pasó y ahora busco ansiosamente pasar a una experiencia como la del tercer párrafo.
Leonardo Padura. Vientos de cuaresma. 2013 [2001]. Tusquets editores. México. 225pp.
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