Roosevelt, Churchill y Stalin lograron hacer causa común |
En entradas anteriores he insistido en la necesidad de una alianza entre fuerzas políticas. Ante la irrupción de "acuerdos nacionales", cocteles Korrodi-Morenos, candidaturas independientes y amalgamas incomprensibles entre organizaciones multi-ideológicas de izquierda porfiriana o derecha liberal con miras al 2018, me gustaría aclarar a qué se refiere mi idea de pacto.
Antes, insistir en que si bien es cierto que hay una gran distancia entre la utopía y lo posible, esta disparidad viene -al menos en lo político- de nuestras posiciones cerradas y envidias personales: sí creo que nos podemos unir los de izquierda y los de derecha; los independentistas y los partidistas; los anarquistas y los institucionales: hasta los ahoristas, morenistas, panistas, perredistas, chuchistas, zavalistas, broncos, icacistas y demás burbujas -istas que provienen de todas las corrientes políticas del país. En suma y en este primer punto, diría que a pesar de lo útopico que parezca, podemos hacer frente común, pero en temas específicos, no en ideología.
En segunda instancia, recalcar a los representantes de los partidos que el hartazgo ciudadano no les ayuda: les quita representatividad y los deja sin una militancia activa, eje de su función original: agrupar socialmente. Las cúpulas saben que sin ideología no son nada y son incapaces de hacer frente al poder económico del gobierno en turno. Perderán prebendas, público, votantes y espacio frente a grupos independientes, lo que a la larga solo fortalecerá al PRI, que se mantendrá en el poder con el voto atomizado. De seguir en el mismo esquema político, los partidos hasta dejarán de ser el negocio que son. Situación perder-perder.
Finalmente decirnos a nosotros, ciudadanos, que no podemos posponer el futuro para siempre. Los de mi generación -1970 en adelante- tenemos hoy más de cuarenta: somos quienes hace veinte años "estaban destinados a cambiar el rumbo del país", los "jóvenes que lo revolucionarían, porque los viejos ya no podían hacerlo". Somos los jóvenes de antaño y los adultos de hoy. ¿Podemos seguir posponiendo nuestra responsabilidad? Sí, pero no sin costo y sin engañarnos: podemos dejar la tarea a los más jóvenes -otra vez-, pero corremos el riesgo del estallido social y de que un buen día "nos toque" a nosotros. Si evitamos la realidad seguiremos destruyendo: un país de frustraciones y mentes brillantes que se van.
¿INE Estilo Woldenberg o Córdova? |
Tras describir el escenario actual, me gustaría argüir que mi idea de "acuerdo nacional entre fuerzas políticas" se sustenta en tres puntos específicos y estaría hecho para finiquitarse en el momento en que inicia un sano proceso electoral 2018. Los describo sucintamente:
1. INE funcional: necesidad de una autoridad que respete la decisión de los votantes y fomente la elección consciente con miras al 2018. El acuerdo requiere el remplazo de las autoridades actuales y su ciudadanización. Un INE más fuerte que el de Woldenberg, con profesionales que gozan del respeto de la población: periodistas, agentes sociales, gente proba.
2. Anulación de elecciones 2017: deberán generarse gobiernos transitorios en los estados de Coahuila, Nayarit y México. Las nuevas votaciones se realizarán a la par del proceso federal 2018. Es claro que en el proceso electoral aún no concluido, el abuso de los recursos gubernamentales fue enorme y suficiente para corroborar la intervención del gobierno en turno.
3. TRIFE operativo: tendrá que hacerse un análisis imparcial del proceso 2017 y en los casos claros, castigar los delitos electorales, de forma que se muestre que cualquier infracción será sancionada y penada hasta sus últimas consecuencias. Éste órgano garantizará la elección 2018 y requiere la sustitución de los magistrados actuales por un grupo muy profesional y con una única tarea: la justicia, equidad y respeto al voto popular. Sus decisiones deberán de ser por consenso, no por mayoría.
Sin el cumplimento de lo anterior, ninguno de los partidos y candidatos tiene una posibilidad real de ganar una elección, defender su triunfo, y gobernar con un mínimo de autonomía. Por consiguiente, salvo el PRI y algunos de sus satélites que no lo harán por lógico interés, el resto de las fuerzas políticas debería acordar impulsar estas tres acciones y NO PARTICIPAR en el proceso electoral 2018 sin condiciones apropiadas. La presión internacional debería hacerse sentir y buscarse.
No considero que este acuerdo deba traducirse en una alianza o candidaturas únicas para 2018: su utilidad debe ser únicamente cimentar el Estado de Derecho con miras a una elección verdaderamente justa. Sin embargo, es de esperarse que se negocien posiciones para no llegar al 1 de julio con ocho candidatos, lo que podría incluir una segunda vuelta obligatoria. El pretexto de la premura y cercanía del 2018 debe ser eliminado: hay tiempo, basta con trabajar.
¿Será fácil conseguir la presión y los cambios frente a un congreso monopolizado? No. Definitivamente. Pero no es imposible. Se trata de luchar con esos tres objetivos claros y no perderse en la maraña de la política, sino insistir en el funcionamiento de las políticas: si el PRI-gobierno insiste en el mayoriteo e impertinencia, las fuerzas políticas -en su conjunto- deberán convocar a paros nacionales. Septiembre es un buen límite inicial. De ahí en adelante la presión deberá crecer hasta conseguir todas y cada una de las metas.
¿Esperar a que llegue Del Mazo IV? |
El mayor reto, como siempre, es evitar la estrategia clásica del PRI: Callar, cooptar y olvidar. El resto es definir los límites de la negociación, pero estos, de ninguna manera deberían ser menores a los indicados. Limpiar al INE de una vez por todas y hacer un baluarte de él es una tarea central. Desafortunadamente, eso no podrá suceder sin la limpieza del proceso anterior y un TRIFE con capacidad de acción. Las tres condiciones están vinculadas y son, por ende, sine qua non.
Visto de una forma cruda, estamos ante una única opción: ningún partido o candidato independiente -ninguno- puede hacer frente por sí mismo a los noventa años de corrupción que nos carcomen internamente. Sin un acuerdo entre partidos y fuerzas políticas para la reconstrucción de órganos electorales y de su credibilidad, seguiremos navegando en el limbo.
Ésta es una apuesta en la que también los ciudadanos que pensamos diametralmente distinto tendremos que unirnos con un solo fin: o se gana todo, o se pierde todo. Eso incluye el futuro del país -y de tus hijos- durante los próximos 20 años.
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Samuel Morales no es un politólogo, es un simple ciudadano politizado.
@Sam_Andaryego (Twitter)
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