UNO
Haz a un lado tu teléfono celular. Te controla desde hace muchos años y tú, ni cuenta te has dado. Te mantiene en una hipnosis absoluta, idiotizado/a: cuando tienes una idea brillante, te hace olvidarla con alguna red social. Sí, tal vez llegues hasta la osadía de escribirla, pero se quedará ahí, en un enunciado, que nunca llegará a la puesta en acción.
DOS
Deja de pensar en ti y en tus hijos. Nuestra primera reacción suele ir hacia la protección de los seres más cercanos... y que se jodan los demás. Pareciera una lógica de supervivencia, pero en realidad es un fuerte impulso contrario al bien común: el padre que protege al hijo infractor, la familia que defiende al abuelo acosador. Cuando escudamos nuestras acciones en la salvación personal o "del honor familiar", dejamos de pensar como sociedad: "primero yo, y tal vez después tú" es sin duda lo que más daño nos ha hecho como humanidad. En los casos extremos, ¿quién debería recibir el agua, la medicina o el oxígeno: el que tiene para pagarlo, o quien es más útil a la sociedad? Tu salud, tu deporte, sí, está todo bien pero, ¿qué pasaría si dedicáramos más tiempo a hacer sociedad?
TRES
Cuestiona al sistema: nos han hecho pensar que el éxito económico es lo más importante; nos han enseñado que la fama y la trascendencia valen más. Nos han instruido que la seguridad y el miedo al otro nos salvarán. ¿Ya viste dónde estamos con estos enunciados y declaraciones "de principios"? En el extremo opuesto de la cooperación y la solidaridad. Piénsalo: ¿quieres salvar al mundo o a tus ideas, principios y familia? Frecuentemente me pregunto si el eje de la humanidad es realmente la familia, o si es, más bien, la sociedad. El pensamiento occidental le da más peso al yo que al nosotros, y se sostiene en los pies de barro del capitalismo: uso (y abuso) de recursos, sobrevivencia del más poderoso, miedo, individualismo y acumulación como bandera central. Vivimos en un mecanismo de explotación de alto rendimiento, perfeccionado por siglos.
CUATRO
Cambia, transfórmate, abandona tus prebendas. Simplemente sal a vivir mundo, no solo a verlo: entiéndelo, experiméntalo, cambia de trabajo, recomienza de cero, sé lo que nunca has sido, mira lo que nunca has visto, ponte en los zapatos del otro. Prueba y mide de qué otra cosa eres capaz. Deja tu historia en alguna caja y abraza el cambio, aprende a usar tus manos, a defenderte en otro idioma, a comer lo que desconoces. Vive y sal de tu burbuja, que ya bastante daño te hizo.
CINCO
Piensa el tiempo de otro modo. Deja las milésimas y décimas de segundo, fracciones que solo puedes ver en un reloj digital, nunca en la vida real. Mira el vuelo de un ave, observa el crecimiento de una planta, aprecia el llenado de un río en temporada... Siéntate a observar procesos monótonos e interminables: las olas del mar en su infinito baile, las nubes corriendo sin límites fronterizos, el cambio de estación. ¿Qué es el tiempo y cuándo comenzaste a ser su esclavo? ¿Hay algo que puedas mejorar? Aprende a sembrar y esperar la cosecha. Piensa en todos los años que pasaron antes de que aprendiéramos a domesticar el trigo o el maíz.
SEIS
Pregúntate cuál es tu función en este planeta. Si viniste a aprovechar, explotar o potenciar sus recursos. Pregúntate cuál fue la función de tus padres, tus abuelos y de los abuelos de tus abuelos. ¿Acumular? ¿Extraer? ¿Vivir? ¿Has pensado que el planeta está, antes de ti, hace unos CUATRO MIL MILLONES de años y que tú, humanidad, no tienes más de CIEN MIL, pero que en los últimos setenta –sí, setenta– pasamos de 2.5 a 7.5 BILLONES de habitantes? En estos años hemos explotado tanto los recursos que ya los estamos debiendo a las generaciones que vienen detrás. ¿Es nuestra función multiplicarnos para arrasar con lo que se construyó en millones de años? Si cambiamos las condiciones químicas y físicas del planeta, él permanecerá acá, los que se irán, somos nosotros. ¿Y si nuestra función fuera solo admirar y observar; regenerar y recuperar? ¿Hace cuántos años que acumulas en balde? Tal vez no quieres salvar al mundo, sino a tu trascendencia. Tal vez en lugar de pensar en salvar al mundo, deberías pensar en salvarte de ti mismo.
Más al respecto, en mi sitio web.
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