25.11.19

[Relato de viaje y curso] Construyendo sustentabilidad en... ¿Cancún?

"Los sistemas de organización comunitaria han dado autonomía a los pueblos, el derecho a elegir sus propios destinos"

Hace no muchos días recibí una llamada de Angelina, responsable de la Operadora Turística de los Pueblos Mancomunados, invitándome a participar con ella en un curso para un grupo de pescadores que, en Cancún (sí, en Cancún) quieren establecer un proyecto de turismo comunitario.  "No tengo mucha experiencia en manejo de grupos en cursos, tal vez me podrías ayudar".

Si de ayudar se trata, ahí está Samuel. Siempre listo para apoyar utopías, para dejar su tiempo en manos de otros, y más si se trata de instalar un enclave de sueño de un mejor mundo en la ciudad más gentrificada del planeta. 

-¡Sí, claro, estaría padrísimo!

Días antes había decidido, en la feria ATMEX 2019 que tendría que volver al  turismo y participar de nuevo en la escena. A los 46, el ego ya te gana y piensas que tienes algo que aportar. Yo quiero decir que el turismo como lo seguimos pensando no da más: que es tiempo de buscar métodos alternos al negocio, que tenemos que emplearlo como una herramienta para el cambio, para el intercambio cultural, y que esto ya no es un asunto de dinero, sino de rehacer el mundo. ¿Para qué seguir haciendo lo mismo, si solo repetiremos los resultados? Si no lo hacemos distinto, estamos perdidos.

El curso duró tres días. No solo pude conocer más acerca de los Pueblos Mancomunados de viva voz, sino que también conocí a dos chicas, Mina y Cris, que también actúan para cambiar al mundo. Coral Hero, su iniciativa, se relaciona con la conservación y ambas son guerreras de un mejor lugar. Fueron ellas quienes rescataron el curso casi perdido por temas administrativos. Consiguieron ponentes, un lugar, materiales, invitados y pusieron en pie el evento al que asistimos. 

Usamos la técnica del círculo de diálogo cuya utilidad cada día me convence más para lograr que nos escuchemos entre todos. Me rescaté de mi ostracismo, y además tuve la oportunidad de escuchar las historias y sueños de Don José, un hombre en la sententena que aún lucha por rescatar el Cayo Alcatraz de la voracidad hotelera; de Luis, ingeniero que siempre quiso ser pescador; de Francisco, apasionado por su estado y la naturaleza; de José, que trabaja hace años con cooperativas en la zona; de Nico, quien además de hablarnos maya, nos hizo un delicioso ceviche de pulpo; de Saúl, que será un gran guía con su sonrisa perenne; de Carlos, que no habla mucho, pero cada palabra suya tiene un peso; de Orlando, con toda su experiencia en la pesca deportiva, de Gabriel, quien nos contó sobre la imposible vida en Isla Mujeres y su sobresaturación... y de Socorro, que solo nos acompañó un día, pero también es parte del equipo.

Tres días de largo aprendizaje. Hablamos de condiciones económicas, de la dificultad de vivir en ese mundo material: Cancún recibe ya más de 20 millones de turistas en un año, tiene 4 terminales aeroportuarias y su carretera que es como una prolongación del boulevard Bernardo Quintana en Guadalajara, o de la Carretera Nacional en Monterrey.... los paraderos en la avenida Tulum son como los de Eje Central en CDMX. Debatimos sobre la total pérdida de identidad de una ciudad que nunca llegó a serlo.  El modelo FONATUR: destruya ahora y pague después. Cero sustentabilidad en el mundo plástico. 

Las asambleas comunitarias, donde se piensa como un colectivo
En Cancún me encontré con Víctor, amigo (de amigos) de mi paso fugaz por Cancún en el año 2001, quien nos hizo un recuento de cómo se reúnen los grandes de Cancún para hablar de temas de seguridad, pero también con viejos amigos de años: Daniel, que continúa en el arte como clown, como artista, pero también como ceramista, soñador y diseñador; o Gabriel, que me contaba cómo el negocio inmobiliario avanza a pasos tan agigantados que hasta los vendedores están huyendo... por supuesto, después de haber especulado por años. ¿Sálvese quien pueda, Cancún?

Y en ese marasmo de capitalismo exacerbado, un linda historia, la de la Cooperativa Mar de las Antillas, en su esfuerzo por poner un árbol sano en el bosque enfermo de nuestro Caribe mexicano. Un proyecto que tomará su tiempo en formarse, pero que al mismo tiempo muestra que lo que siempre quisimos ser, importa. Que no sirve de nada explotar y explotar los recursos, y que se puede intentar ser distinto hasta el último momento de nuestras vidas.



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