5.1.20

[Reflexión] ¿Qué hacemos con "el desarrollo"? Ideas y debates


Cerré 2019 convencido de que si algo tendría que ser, es ser yo. El último del día del año y los primeros 4 del 2020 tuve la oportunidad de escaparme a una playa perdida de Oaxaca, donde logré –al menos eso creo– sincerar mis propósitos. No al estilo "bajaré de peso" o "leeré tres libros", sino en algo más profundo: el relacionado con la participación en sociedad. Comparto estas reflexiones en caso de que pudieras sentir alguna identificación con ellas y te parezcan útiles. 

Oaxaca y su costa. 
Siempre me dijeron que Oaxaca era pobre y sin desarrollo. Al principio quedé convencido, pero con los años me vengo preguntando lo que "pobreza" y "desarrollo" significan. He leído tanto al respecto, que estoy convencido de que si hay cosas que están "mal" en ciertas comunidades rurales, eso no significa que estén "bien" en las urbes occidentales. Sí, estos días estuve en una playa perdida y no conseguíamos ni hielos, los baños no eran los más limpios, ni los medios de comunicación de primer mundo. Sin embargo había naturaleza al máximo, vimos aves migrantes, nadamos sin otras personas contaminando alrededor y convivimos con seres humanos de mucha calidad. Si me dices que en tus vacaciones en Cancún o Acapulco todo estuvo bien reiré, porque estoy seguro que respiraste más contaminación que otros años, comiste más comida chatarra que yo y te desesperaste en el tráfico, cuando debías estar disfrutando de la caída del sol. 

De esto, extraigo que "el desarrollo" no es ni Cancún, ni Acapulco, ni meter un hotel más en la costa o ponerle luz eléctrica o un servicio de celular. "Desarrollo" es algo más complejo. 


En las costas donde estuve llegan hasta 20 mil tortugas en una temporada de tres meses y desovan. La naturaleza hace maravillas a pesar del plástico que le lanzamos al mar, de los drenajes que conectamos a los ríos y del petróleo que le derramamos. Y como nada es perfecto, algunos perros playeros (callejeros de la playa) sacan esos huevos y se los comen. También unos humanos (apodados hueveros) también los extraen y venden cien por la mísera cantidad de cincuenta pesos... ¿su razón? "Hay un mercado y son afrodisíacos". Otra es que tienen hambre y requieren dinero para comprar cosas. Una más es que hay un sistema de mercado (demanda y oferta) que lo permite. Pero también hay otros humanos que cuidan los nidos (militares y autoridades), otros que los miden y analizan (biólogos y estudiantes), y otros que te llevan a ver las tortugas por la noche (guías) para que comprendas el ciclo de reproducción y te sensibilices sobre su importancia.

En ese lugar podrían exterminar a los perros, encarcelar a los extractores, bardear la playa o poner más militares. Así se terminaría la extracción, pero no el problema, por que el problema también se llama desarrollo: los habitantes de Morro de Ayuta, Oaxaca –donde pasé esos días–  también quieren mandar a sus hijos a la universidad, vivir mejor, tener un auto como el tuyo, no matar perros, e ir de vacaciones de vez en cuando. Complicado, ¿no? Sobre todo cuando "Desarrollo" y "calidad de vida" significan cosas diametralmente distintas para cada uno de nosotros. 

También podrían pasar muchas cosas: que se controle la natalidad de los perros, que se vigile por las noches, que los mismos pobladores tengan otras fuentes de ingresos, que los biólogos tengan mejores formas de solucionar la extracción, que paguemos más por el alojamiento para que haya vigilancia y más trabajo, que lleguen más visitantes, que no exista corrupción, o que se decida que ni son afrodisíacos, ni estamos haciéndole un bien a la madre naturaleza... pero no suceden.

Y el tema sigue ahí, y notamos que es más difícil de solucionar de lo que pensábamos. 



La red de redes.
El asunto de Ayuta se repite con muchos nombres y acciones en otras partes del mundo: en algunos sitios se denomina Tren Maya, en otros Canal de Panamá, Proyecto Transistmico, sobresaturación turística (Machu Picchu, Cancún, Chichén, Venecia, Nueva Delhi) y más. Mucho más. En todos cabe también la palabrota: desarrollo. Y en todos tiene impactos positivos... y también negativos. 

De lo que no nos damos cuenta es cómo todo está conectado: si se hace mal el tren Maya, depredaremos la selva y seguiremos calentando el planeta; si no cuidamos a las tortugas, se extinguirán y romperemos la cadena trófica en el mar. Si llenamos a Cancún de visitantes, terminaremos con los arrecifes, la ecología del lugar, y de paso con el turismo en la zona; si continúan creciendo los Airbnb en Oaxaca, sufrirán los hoteleros y tendremos grandes problemas de agua potable. Pero si no construimos tren, el sur seguirá siendo un espacio muy incomunicado y si se van los turistas de Barcelona, pronto los mismos catalanes se quejarán... porque a algunos les va bien y a otros les va mal, como en todo cambio.

El problema, desde mi óptica, es que seguimos sin darnos cuenta que todo está conectado y que aunque sea Toluca la ciudad más contaminada del país y tú no tengas parientes que se mueran ahí, la polución viaja hasta tu ciudad: sigue destruyendo la capa de ozono, los ríos y la calidad de vida de las tortugas. Y un día no tendrás forma de verlas o incluso de salir de vacaciones. Así que, aunque no parezca afectarte, te estás haciendo un harakiri... y se lo estás haciendo a tus hijos. 

Entonces, ¿qué hacemos? 

Cambio e innovación social.
¿Nos ponemos ecologistas? No estoy seguro: Está probado que estamos en una fase acelerada de cambio climático. Es un hecho que somos demasiados en el planeta. De sobra está entendido que Venecia (y los venecianos) no aguantan más turistas, y está claro que en Oaxaca no hay más agua para incrementar los alojamientos (restaurantes, mezcalerías y bares) en la zona centro de la ciudad. Es evidente que la extracción de huevos de tortugas no ayuda a la ecología, y tampoco está mejorando la economía local de los hueveros... pero solo la ecología no solucionará el problema.

He insistido (a partir de un aprendizaje hace años), que la mejor tarea que podemos hacer es trabajar en nuestro "Metro cuadrado": hacer lo posible por mejorar cosas al alcance de nuestras manos. Consumir solo lo necesario, ser responsables socialmente, contaminar menos. Parece fácil, pero el tema es que no tenemos un límite establecido ante la pregunta: "¿Cuánto es demasiado?": ¿Un auto, dos, cuatro? ¿Una casa de lujo, dos, tres? ¿Un viaje al año? ¿Cuántas toneladas de dióxido de carbono? ¿Cuántos millones debes acumular? Y por supuesto, como sucede con frecuencia en nuestros mundos individuales, "nosotros estamos bien"... son los demás quienes están equivocados.

Para quien logró llegar hasta acá, lamento decir que no tengo respuestas: tengo preguntas y una propuesta simple: dejemos de hacer las cosas como las hemos hecho hasta ahora. Si, como dijo el Doctor Alberto Einstein "hacer las cosas como siempre las hemos realizado solo nos puede arrojar los mismos resultados", entonces es tiempo de hacerlas de un modo diferente para ver qué podemos lograr. Tal vez sean peores resultados, o tal vez sean mejores, pero al menos lo habremos intentado.


¿Qué cosas hacer distintas? La primera se llama "auto-regulación": ser capaces de decir "hasta aquí" o "no más". Sentirnos cómodos con lo que tenemos y vivir con ello.  La segunda se llamaría "pequeña vida feliz" y consistiría en buscar nuevos acercamientos con quienes nos rodean (vecinos, amigos, familia, trabajadores) y tener relaciones más humanas. Además, incluiría producir algunos de tus alimentos, tan solo para sentir el valor de la vida y del campo. Eso nos llevaría también a una vida más sana, en la que los buenos momentos de convivencia importan tanto como el trabajo y la acumulación de capital. La tercera sería tener una vida más responsable ecológicamente: minimizar nuestros impactos ambientales en cualquier cosa que hagamos. Ya sea usar más la bicicleta o el transporte público, menos el auto o el avión, intentar que nuestra empresa contamine menos y así. También preguntarnos dos veces si en verdad lo necesitamos. Se trata de "bajarle dos rayitas", como se dice comúnmente.

¿Qué aliciente tienes tú para cambiar, dado que has tenido éxito hasta ahora, haciendo lo mismo de siempre? El primero es que ya tienes suficientes cosas y eres exitoso. ¿Realmente requieres más? ¿Te das cuenta cómo tus acciones podrían causar un menor impacto en la oportunidad de vida de tus hijos o familia cercana? ¿Has pensado lo que te puede costar en el futuro la vida que llevas? El segundo es que puedes aportar algo a tu sociedad y contribuir a que ésta tenga un mejor desempeño. El tercero es que un buen día te darás cuenta que eso que acumulas no es tal vez lo que te salvará de un cataclismo o de una grave enfermedad por aire o comida contaminada. El tema es que eso, solo lo sabrás con el tiempo. 


Mi metro cuadrado
En mi caso, trabajo con tres proyectos. Uno desarrolla software que vendemos a comunidades que ofrecen turismo basado en la comunidad y/o con una visión de sustentabilidad, otro comercializa productos artesanales con el objeto de abrir espacios de negocio para quienes no siempre tienen acercamiento al mercado. El tercero muestra a los visitantes que vienen a Oaxaca una manera distinta de hacer turismo: les enseñamos que hay otras maneras de entender "el desarrollo" y la "calidad de vida". Le llamamos "turismo que transforma". Adicionalmente, en las escasas consultorías que aún realizo, trabajo con empresas responsables socialmente y aporto mi granito de arena para su mejora y supervivencia. Creo que en la unión del trabajo de los locales y las reflexiones que podemos aportar algunos externos están muchas soluciones: no para imponer, sino para reflexionar juntos y pensar caminos distintos... ése es mi metro cuadrado.

Durante estos días de playa constaté que así como cada problema abre una posibilidad, también cada posibilidad puede desatar un problema y que no hay impacto menor ni solución mágica: lo único que nos queda es trabajar cada uno en nuestros pequeños espacios y promover el esfuerzo conjunto. 

Desde mi punto de vista, esto implica salir de nuestras burbujas de tradición donde no pasa nada –o casi nada– a nivel de innovación. Para mejorar las cosas tenemos que debatir la tradición, hallarle los aspectos interesantes y adoptar lo que sirva a nuestros procesos de cambio. Eso probablemente signifique debates internos y pugnas de poder, pero insisto, es tiempo de dejar de hacer las cosas del modo en el que las venimos haciendo. ¿Te sumas? ¿Qué haces hoy para darle un giro a este mundo? 



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