Soy un poeta que no rima,
al que cualquier tradicionalista desestima.
Lo único que sé es que me inspiran las cosas extrañas:
ver el olor de la flor; escuchar la noche uraña.
De vez en cuando modifico textos:
"Se arreglan y desarreglan libros,
–dice el letrero a la entrada de mi negocio.–
Le ponemos la métrica o le tuneamos el sudoku;
le agregamos la perífrasis o le hacemos la metáfora.
Pásele, pásele. Hoy tenemos dos por uno".