En una de sus últimas páginas, Le Clézio escribe lo siguiente:
"no hay que olvidar nunca a los primeros inmigrantes que llegaron a Mauricio, procedentes de Bretaña, huyendo de la hambruna y de la injusticia, buscando un nuevo Eden [...] a todos los que la compañía más cruel que jamás haya existido engañaba y abandonaba en las islas lejanas, y a expensas de los cuales se cobraba cada año su libra de carne.
No hay que olvidar a los barcos negreros de nombres espantosos, el
Phénix, el
Oracle, el
Atenor, el
Prince Noir, cada uno con su cargamento de medio millar de hombres, mujeres y niños capturados en las costas de Mozambique y en Zanzíbar, en Madagascar. Encadenados de dos en dos, transportados en el fondo de la bodega, en un espacio de cinco pies y cinco pulgadas de largo por quince pies de ancho, y de de dos pies y seis pulgadas de alto. [...] Tampoco hay que olvidar jamás a los culis indios, los peones embarcados mediante engaños en Calcuta, en Madrás, en Vizagapatnam, a los jóvenes raptados en los poblados por los arcotis [...], no hay que olvidar tampoco el
Hydaree, que zarpó de Calcuta en enero de 1856, cargado de inmigrantes, procedentes del Oudh y de Bhojpur, que huían de la hambruna y la guerra, de la represión inglesa contra los cipayos insurrectos, y que fueron abandonados durante meses en los peñascos desnudos de Plate y Gabriel..." (clic a seguir leyendo)