Mientras hoy todos hacen sus cartas a Santa Clos Obrador, yo quiero contarles lo que pasó ayer en una casilla, la 525 contigua, ubicada en el barrio del Ex-Marquesado, en la ciudad de Oaxaca. No les hablaré con fervor político, sino con pasión ciudadana. No les contaré lo que ya saben, acaso trataré de describir lo que muchos habrán vivido y me gustaría que no dejáramos ir de nuestra memoria.
6:45 AM
Me despierto después de una fiesta que debió terminar a las 8PM pero se prolongó hasta las 3. Estoy cansado pero tengo la responsabilidad de llegar a las 7:30 para observar el proceso de apertura de casilla y representar al partido que me invitó a ser parte de su ejército de vigilantes. Fui invitado unas cuatro semanas antes y con escepticismo animado (válgaseme el oxímoron de la complejidad humana) dije que sí, que apoyaría el cuidado de casillas. Nuestra capacitación fue como un sándwich de escuela: una embarrada de ley-mayonesa, una rebanada transparente de procesos electorales y un chile en vinagre de actas de incidencias. No sabíamos muy bien qué esperar.