12.2.22

[Reflexiones] Hablar de la sustentabilidad... ¿como si existiera?


Querido lector escéptico: detén el Facebook y regálame unos minutos, tengo algo lindo que contarte. Es una historia de esperanza desde la práctica: sí, la sustentabilidad aún es posible... Todavía no es tiempo de bajar las armas y dejar de luchar. 

Permíteme comenzar por una canción.

Et pourtant dans le monde 

Mientras pensaba en el título de este post, recordé una frase en francés: "Parler de l'amour comme s'il existait" [hablar del amor como si existiera]. ¿Dónde la había escuchado? ¿Dónde la había leído? Después de hacer memoria y auxiliarme del buscador, la encontré: es una canción de Georges Moustaki ("Et pourtant dans le monde" [Y sin embargo en el mundo], un filosofo-cantante francés:
"Tu me diras que j’ai tort de crier et de clamer mes quatre vérités. / Qu'il vaut mieux se taire ou mentir  / surtout savoir garder le sourire / Et pourtant dans le monde d’autre voix me répondent / Et pourtant dans le monde...

Tu me diras que j’ai tort de parler de l’amour comme s’il existait / Qu’il ne s’agit que d’un mirage, d’une illusion qui n'est plus de mon âge / Et pourtant dans le monde d’autre voix me répondent / Et pourtant dans le monde"
En español es algo así como: "Me dirás que me equivoco gritando y clamando mis cuatro verdades / que más vale callarse o mentir / sobre todo, anteponer la sonrisa / Y sin embargo en el mundo, otras voces me responden / Y sin embargo en el mundo... 

...Me dirás que me equivoco hablando del amor como si existiera / que no se trata más que de un espejismo, de una ilusión que no va con mi edad / Y sin embargo en el mundo, otras voces me responden / Y sin embargo en el mundo..."

Es justo lo que siento hoy, que cierro este círculo de trabajo con uno de los proyectos que jamás olvidaré en mi paso por Oaxaca. No, no es tiempo de callar, sino de clamar verdades: sí, aún hay quien escucha a los locos. 

El contexto: Tierra del Sol.

¡Uy! –Dirán, –Se nos pone nostálgico el escritor.  Esperen, esperen, que esto apenas comienza.

He hecho varios posts relacionados con la Villa Agroecológica Tierra del Sol. Buena parte de ellos desde el blog de Mi2U, donde la visión ha estado más enfocada al trabajo (por ejemplo, acá, o acá). He descrito su organización y contado que ahí se hace un trabajo de regeneración de la tierra. Ojo, que lo "regenerativo" se puso de moda cuando llegó la pandemia y queríamos hacer que el turismo y los negocios fueran "regenerativos", sin entender la esencia del término: no está enfocado en el ser humano, sino en la tierra. Se busca recuperar el suelo de los procesos de desertificación y sobre explotación a los que la hemos sometido los humanos...  y si eso se recupera, entonces, el humano y la sociedad podrían regenerarse. Punto central.

El tema que me interesa acerca del contexto es que no conozco otro sitio como este en Oaxaca (y tal vez en México), donde comprender el espacio, su ubicación geográfica, la relación entre las plantas, el rol de la luna o la astronomía se haga con tanto detenimiento y profesionalismo. Sin duda en ello tienen que ver Pablo (acá lo describo un poco) y Tere, quienes han apostado tiempo, dinero y esfuerzo en conseguir que esto llegue a algún lado. Si eres lector(a), seguro tienes conciencia de lo que te digo: el campo, en México, jamás ha sido un negocio, mucho menos funcionando sin químicos ni una mirada de producción masiva o de monocultivo. "Es para locos", como podrás escucharlo de Cecy en uno de los videos más abajo. 

Y sí, Pablo ha tenido la habilidad de juntarnos a varios locos para –después de explicarnos pacientemente su filosofía– solicitarnos apoyo en temas que no son los de su formación: manejo de recursos humanos, planeación estratégica, resolución de conflictos, comunicación, y en general, temas administrativos. Al mismo tiempo, ha hecho un enorme esfuerzo para conseguir a un equipo de campo (con Lety a la cabeza) que consiga poner en operación una producción agrícola SIN químicos y cuya meta principal sea regenerar a la tierra y conseguir productos que puedan comercializarse, porque sí, los dueños y los trabajadores también comen, requieren dinero.

Tardaría muchas páginas en explicar lo que aprendí –o creo haber aprendido– del equipo de Tierra del Sol, pero no podría dejar de recordar los indicadores de sustentabilidad de Mollison, el curso de agroforestería con Namasté Messerschmidt, las múltiples visitas que hice con amigos y familia, y por supuesto, las interminables pláticas con Pablo y amistosas sobremesas con él y Tere. Me atrevo a decir que lo que me habían embarrado en mi maestría en Ecoturismo en Perú, terminé por comprenderlo acá.

El resto del contexto lo dará Pablo en este video que hicimos hace algunos meses, pero antes permítaseme decir que en 2017 o 2018 conocí Tierra del Sol por primera vez (en realidad miento: lo conocí en 2015, pero es otra historia porque los personajes y tiempos eran distintos). En 2017, el sitio se dedicaba a organizar cursos y retiros relacionados con permacultura y otros temas. En esa época, las cosas marchaban bien porque había un buen nicho de mercado interesado en la naturaleza, yoga y estos aspectos: los humanos se reunían presencialmente, había cursos en vivo...

Y luego vino febrero de 2020.




De la desilusión a la esperanza 

Tengo muy claro el mes de febrero de 2020: las redes vueltas locas, el país siguiendo los lineamientos internacionales de cuarentena y un presidente que si bien trató de resistir, no pudo hacer mucho frente al avasallador golpe mediático que ya he calificado como la mejor campaña del miedo jamás orquestada. Se nos cerraban las puertas, las ideas y el pavor hacía que nos encerrásemos. 

Pablo me escribió y quedamos en charlar. Comenzamos a organizar un grupo de trabajo pensando en el abasto alimenticio y en nuestra salud mental. Primero por llamadas y chat, luego nos "atrevimos" a reunirnos en Santo Domingo Tonaltepec. Una tarde fría en la que todos hablamos a metros de distancia sin saber muy bien qué decir. Al final nos quedamos Pablo y yo a comentar sobre la locura que comenzábamos a vivir. Nos despedimos con un "arriesgado" abrazo. Hasta ahí había llegado el miedo. Ese día, escribí esto, que se puede leer de forma horizontal y vertical.

Pablo decidió, en esas fechas, que Tierra del Sol crecería su producción de alimentos, para abastecer a unas 50 familias asociadas con alimentos sanos. A mí me tocó ayudar en la parte de comercialización y organización. Se improvisó el primer equipo de ventas, luego la producción y comenzamos a navegar en el armado de "algo", un grupo que tratase de reflexionar sobre lo que sucedía y proponer soluciones. 

Luego de semanas, básicamente quedamos los dos y el equipo de campo, que seguía creyendo en el proyecto. Nació una serie de videos (como el de arriba) y éste, donde Pablo planteaba acciones ante la emergencia que vivíamos, con una propuesta clara de re-localización y trabajo en equipo:



El trabajo que hicimos me permitió no solo aprender, sino reflexionar y viajar una vez a la semana a Tierra del Sol para avanzar en el proyecto, pero también salir de un entorno voraz en el que salir a la calle, no portar cubrebocas y hablar mal del miedo que nos inyectaban era sinónimo de animadversión social, una especie de rebeldía idiota frente a lo que en realidad, nos mostraba que la falta de ideas, venía de otro lado. Más de tres discusiones me hicieron perder amigos. Acá, un texto del momento.

El cierre de este capítulo

Tras impulsar la consolidación del área de ventas, apoyar en términos de organización y ser parte de un equipo en el que también se anexó Gema, consultora de recursos humanos, los resultados comienzan a evidenciarse: no solo se ha optado por un modelo de trabajo en el que la responsabilidad de la gestión es asumida por el propio equipo, sino que se ha consolidado la filosofía y se ha comprobado que la misión de Tierra del Sol es ciertamente regenerar la tierra, pero también ser un centro formativo.

El año pasado Cecy, Oswaldo y Camila, tres estudiantes de una de las más prestigiadas universidades de agronomía en México entraron a TdS para hacer sus prácticas profesionales. Dejaré que ellos cuenten su historia en los videos acá abajo, pero me permitiré resaltar cosas que dijeron y que me impresionan:

En primer lugar, que ellos estudian "agronomía sustentable", pero por lo que nos cuentan, el interés central sigue siendo hacer dinero, cuando la sustentabilidad implica también lo social y lo ambiental. De algún modo escucharon hablar de Tierra del Sol y decidieron apostar por "ver qué pasaba ahí" y comprobar "si esa agricultura era posible", o como les advirtieron, "eso lo hacen solo los locos".  Tal vez no sea sorpresa que las universidades enseñen un sostenibilidad que no es sostenible, ni que los chicos quieran más el dinero que la sustentabilidad; más bien, debería llamarnos la atención que a pesar de eso, haya jóvenes aún no formateados que pueden pensar distinto, y ser curiosos. 

En segundo lugar, que el proceso de formación que se les dio en Tierra del Sol fue esencialmente práctico, aunque también se les compartieron principios teóricos de la agricultura regenerativa. Desde mi punto de vista, esto fue también lo que les hizo ver que no es una charlatanería o un sueño de hippies, como frecuentemente se califica a proyectos "discordantes" como éste. Me impresionó escuchar su aprendizaje:

Haz clic aquí para ver sus testimonios.

Testimonios de Cecy, Camila y Oswaldo


También en el tercer cuarto del año llegó Petra, una voluntaria alemana que estuvo varias semanas en Tierra del Sol. Sus aprendizajes también fueron muy interesantes y te los comparto en este link, aunque estoy seguro que no le estoy haciendo honor a todo lo que nos podría compartir. 


Testimonio de Petra


Reflexiones finales

... si el mundo sigue pensando que hacer dinero es lo mejor que puede hacer, estamos en serios problemas. Las razones sobran para explicarlo, pero si la pregunta sigue siendo "¿Y qué propones?". Ésta es una de las respuestas: vive, conoce, acércate a un espacio como éste, donde puedan ayudarte a reflexionar sobre estos temas. Abre tu mente a nuevas posibilidades.

Personas como las que componen el equipo de Tierra del Sol demuestran que es posible pensar otro mundo y que el componente formativo es central: sin procesos reflexivos y de aprendizajes, terminamos siendo humanos básicos: homo economicus. Sí, el dinero soluciona muchas cosas, pero no se come, ni mejora tu salud. Piénsalo... y en todo caso, si tienes la fortuna de tenerlo, ¿Por qué no lo pones al servicio de otros y lo compartes con proyectos que nos pueden ayudar a tener un mejor planeta? 

Hace unos días escribí acá acerca de la magia de las plantas, y eso lo aprendí también acá: una planta produce algo que te puedes comer, pero también miles de semillas que pueden reproducir otras decenas o cientos de plantas, ¿no te parece mágico eso? Las semillas son como el conocimiento: pueden multiplicarse si se comparten. Sin necesidad de químicos, con un trabajo de grupo y en pequeños niveles podríamos ser mucho más independientes, estar más sanos y sobre todo, aprender de la naturaleza, regresando a la realidad de la tierra. 

Hoy en cambio, estamos siendo secuestrados por mundos virtuales que quieren mantenernos pegados a una pantalla haciendo dinero falso y lanzándonos dopamina para –literalmente– anclarnos a esta Matrix y mundo "Meta", en el que el único ganón es Zuckerberg. 

Sí, tal vez sea tiempo de aprender cosas nuevas. 

Link a los videos de Tierra del Sol

2 comentarios:

  1. Me encantó!
    Gracias por llevarnos a conocer este proyecto, por la mucha esperanza que representa, por tu voz que inspira.
    Saludos desde Michigan a -26 grados.
    Muchas gracias por

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    1. Muchas gracias por tu comentario!! Es una voz inspiradora, sin duda. Saludos hasta la tierra fría, Luna!!

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