La soledad, la triste soledad...
Pero de noche se encomienda y de día fantasea:
a los santos y las vírgenes; con la cábala y los astros.
Quiere novio, mujer.
Y cuando le preguntas, ora dice que no, ora dice que sí,
que ya lo encontró, pero que lo dejó partir,
pa ver si regresa.
Del siglo veintiuno: sexo y poca cabeza.
No quieren saltar al vacío y reinciden.
Regresan y se mienten que hoy será distinto.
Odian la cama fría y eligen mirar la novela.
Ser víctimas de su propia espera,
olvidan que el mundo está afuera.
Solteros y solteras que deambulan
con caña de pescar y anzuelo podrido.
¿Qué buscas amor, la presa del día o el infinito latido?
Para gente querida, presa de la soledad y encerrada en el torbellino de la pasión que ciega.
(Favor de leer despacio y un par de veces).