Esto es un manifiesto y cierre de un círculo que abre otro: inicia con la experiencia del doctorado en 2010 y cierra con su divulgación, hoy. Es cierto que -aún- no está impresa y carece de visos de Best Seller (eso solo lo hace el bueno de Umberto), pero es un enorme motivo de orgullo, pues representa la oportunidad de compartir un trabajo cuyo valor se mide en meses, años y miles de caracteres. Algunas notas.
Corría el año de 2010 y FLACSO me aceptaba (creo que siempre se preguntaron porqué) en su Doctorado en Ciencias Sociales. Entrar a las oficinas de la calle Ayacucho, en Buenos Aires, fue primero retador y pronto se convirtió en costumbre: sesiones grupales, clases, discusiones, horas en la biblioteca y muchos intercambios con personas que, a pesar de nuestras diferencias formativas -países, escuelas, géneros, intereses e historias- compartíamos el gusto y sufrimiento de ser "doctorantes" (ahora la palabra me hace pensar en los replicantes de Blade Runner), una subespecie humana que gusta del masoquismo intelectual y está dispuesta a morir por él.